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Desde mi escaño

Obama, págame la hipoteca

Tachin, tachan, Obama ya es nuevo presidente de los Estados Unidos de América y, por supuesto, todos nuestros problemas, desde los más grandes a los más cotidianos, se han acabado de golpe y porrazo. No, no se preocupen ustedes, señoras y caballeros, por el incremento del desempleo, de la tarifa eléctrica o la subida del IPC. Nada, estrés cero, que con Obama todo nos va a ir de maravilla. Oiga usted, que La Gaceta de Canarias lleva tres meses sin salir, pues nada, póngase al habla con Barack que seguro que soluciona la cuestión con un par de llamadas. El número uno del mundo mundial tiene que tener más influencias que nadie, of course. Que su sueldo está congelado desde hace más de cinco años y no puede hacer frente a la subida del Euribor, nada, no se agobie usted, señor Celedonio, marque usted el número de la Casa Blanca que seguro que le conceden una línea de crédito al cero por ciento de interés y a devolver en comodísimos plazos. Además, si no satisface los pagos, no se angustie, que a Guantánamo ya no le van a enviar. A lo sumo, le pondrán un ciclo completo de las películas de Javier Bardem.

Lo verdad es que ya podemos olvidarnos de letanías plañideras con la llegada de mister Barack a Washington. Todo es de color de rosa, un mundo de colores donde todo se ve con un optimismo exacerbado. ¿Se dan cuenta? Ya no se habla de la crisis, ni de los desmanes de Ramón Calderón al frente del Real Madrid o del gasto que le supondrá a la administración el 'regalo' de la bombilla de bajo consumo o de la leve caída del turismo extranjero en el último año. Nada, no hay que desesperarse. Obama es como el tres en uno, el remedio ideal que cualquiera quisiera tener en su casa. Ponga un Obama en su vida y todo lo verá desde otra perspectiva.

Esperemos que al final todo esta expectación no sea como la gaseosa, que baje igual que rápido que subió. Por lo pronto, al menos de inicio, comienza con buen pie, no tocando lo poco que funcionó bien durante los ocho años de la administración Bush. O sea, igualito que en España. Pero bueno, dejemos que pasen los 100 días de cortesía y veremos a ver si nos han vendido a un excelente gobernante o a un feriante de bajo perfil, capaz de vender únicamente humo. Eso sí, por si cuela, págame la hipoteca, Obama.

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