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Desde mi escaño

Termitas en monopatines

Termitas en monopatines

Santa Cruz de Tenerife, y supongo que otras ciudades también sufrirán esta lacra, se ha visto invadida por una especie nueva de termitas que transitan encima de un artilugio de ruedas que llaman monopatín. Uno, que de pequeño siempre suspiró por tener un chisme de estas características, pero los juiciosos padres le denegaron una y otra vez el capricho (bien que lo agradecieron a la larga mi cabeza y mis rodillas) ve ahora en estos aparatejos un arma de destrucción masiva del mobiliario urbano, además con la sorprendente connivencia del Ayuntamiento capitalino que, por omisión, ha ido dejando que poco a poco sean más los practicantes de este ¿deporte? cuya meta parece radicar en destruir el mayor número de bancos y adoquines posibles.

Por supuesto, no voy a actuar como un Torquemada y mandar a la hoguera a todos aquellos a los que les gusta practicar esta habilidad, pero lo que no se puede tolerar bajo ningún concepto es que se destroce vilmente lo que pagamos todos con nuestros impuestos. Seré meridianamente claro. La moda comenzó en la plaza del Teatro Guimerá. Las tardes y las noches convirtieron ese espacio en un gran recinto para los monopatinadores (algunos más que monos tenían un terrible parecido con los gorilas). El problema, evidentemente, se fue agravando, dado que los viandantes y muchos vecinos de la zona tenían que transitar necesariamente por ahí y, en más de una ocasión, se produjo algún altercado, aderezado además por algún padre de estos modernos y progresistas que defendía el derecho de su vástago a patinar ahí (y de paso a destrozar una plaza pública que luego pagará el resto de los ciudadanos capitalinos).

Casi de forma coetánea, el fenómeno de los monopatinadores se trasladó a la plaza que hay instalada en frente de El Corte Inglés de Tres de Mayo. De hecho, el propio Consistorio le dio carta de naturaleza a ese espacio como lugar de monopatinaje al organizar un certamen de esas características. Por supuesto, si a una ilegalidad se le da carácter de oficialidad, luego no habrá quien saque a estos jovenzuelos (y no tanto) de ese cuadrilátero. Es decir, al final tenemos que un sitio de descanso para quienes salen de comprar de una gran superficie o para acortar el camino y dirigirse al Centro Comercial Tres de Mayo se ha transformado, por la inacción municipal, en el punto de encuentro de estas termitas sobre ruedas. Y díles algo. Pero, por si no tuvieran pocos lugares, ahora también han cogido al asalto una plaza anexa a la avenida Ángel Guimerá, molestando a quienes pasan por ahí y, por qué no decirlo, también a quienes están sentados en las terrazas cercanas, ya que el ruido que emiten con sus terroríficas plataformas móviles resulta insoportable después de varios minutos de matraca.

Por eso, a veces no entiendo ese doble lenguaje que se estila en el Ayuntamiento chicharrero. Se prohíben ciertas prácticas, pero luego son los propios políticos quienes dan carta de naturaleza a las ilegalidades. Lo mismo que ha pasado con lo de los monopatines, ha sucedido en la playa de Las Teresitas. Resulta que se restringió cualquier práctica deportiva que conllevara el uso de pelotas o balones, llevar equipos de música y ponerlos a toda pastilla, siempre en pos del respeto al resto de los bañistas, y luego Consistorio y Cabildo organizan competiciones de fútbol, voley o motos acuáticas, con vallado de parte de la instalación turística y con una molesta música. ¿Me pueden decir ustedes dónde está la coherencia?

1 comentario

Máximo Medina -

Los ciudadanos urbanos, entiendase por los que no vivimos en el campo, tendremos que apechugar con muchas más cosas aparte de los monopatines. De lo que no nos salvaremos es de los impuestos y tampoco de esa coletilla muy al uso de que "todos tenemos derechos", inclso hasta los que molestan. Si el ruido del Carnaval fue obviado, ¿por qué no otras muchas más cosas?