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Desde mi escaño

Uriarte, una rata en la Conferencia Episcopal

Uriarte, una rata en la Conferencia Episcopal

La Conferencia Episcopal Española, por razones higiénicas y fitosanitarias, debe expulsar, fumigar o cualquier otro método de extinción que tenga a bien utilizar para quitarse de encima a una rata disfrazada de obispo de San Sebastián y que responde al nombre de Juan María Uriarte, digno seguidor de la estirpe de otro prelado amigo de la goma 2 y el tiro en la nunca, el indeseable Setién, otro personaje que también tenía claro que los buenos eran los extorsionadores de la banda terrorista ETA y que las víctimas tenían que sufrir con resignación cristiana el dolor de ver como sus amigos y familiares eran abatidos día sí y día también.

Pues bien, el pasado martes, el obispo Uriarte tuvo a bien señalar en el Foro Europa que había que mostrarse sensible y comprensivo con las familias de los presos etarras, especialmente aquellos que estaban encarcelados lejos de las Vascongadas, puesto que tenían que recorrerse cientos de kilómetros para poder visitarlos apenas durante unas horas. Pero, ¿acaso cabe mayor hipocresía, caradura y tener la cara de hormigón armado para soltar una reflexión así? ¿Sabe usted cuántos kilómetros tienen que hacer los parientes de los asesinados por estos hijos de mala madre? Ninguno, cero. ¿Y sabe por qué? Porque están enterrados o incinerados. Sí señor, no hay que preocuparse de quienes han sufrido la lacra del terrorismo. No, esas pobres personas no merecen ningún tipo de consuelo, señor Uriarte. Según sus insinuaciones, mejor ser en esta película el que pone y activa la bomba lapa que el que muere, mejor ser familiar de un puto terrorista que serlo de una víctima de los hijos de De Juana Chaos. Claro, no me extraña que en el Obispado de San Sebastián la ETA no haya tenido ni el menor pensamiento de volarlo de un bombazo. Claro que no, si tenemos a un digno defensor de la causa, a un amigo de la liberación de Euskadi.

Dice el obispo de San Sebastián que si él no hablara de estas cosas, no tendría misericordia. Desde luego, repito, vaya jeta se gasta usted. El perdón y la comprensión para los que causan el daño. Seguro que alguno de sus acólitos seguidores me replicará que también tiene un hueco en su putrefacto corazón para las víctimas de ETA, sí, en silencio será, como quien sufre las hemorroides, no te digo. Es un doble juego, un doble lenguaje muy utilizado en la Comunidad Autónoma Vasca cuando no se quiere entrar en conflicto con las barbaries cometidas por los terroristas. Simplemente se produce un silencio sepulcral y, en todo caso, se alza la voz para pedir al Gobierno regional y al estatal que traten de encontrar una solución dialogada, que se produzca el reagrupamiento de presos y que se establezca la paz. Pero, insisto, a las víctimas, según los preceptos de Uriarte, que les vayan dando ya saben por donde.

Ahora, esto no puede quedar así. Desde esta modesta tribuna invito a todos aquellos contribuyentes que así lo deseen a que este año, en su declaración de la renta, pasen de darle esa pequeña cantidad a la Conferencia Episcopal. Sí, de acuerdo que una sola persona no representa a toda las institución eclesial, pero algo hay que hacer y, mientras el señor Rouco Varela y los demás altos cargos religiosos no procedan a echar a semejante víbora fuera de su organización, por mi parte estaré sin darle esa parte contributiva a la Iglesia española mientras tengan a personajes de esa calaña y baja estrofa dando misas y bendiciendo al mismo tiempo a los chicos de la Goma 2 y el tiro en la nuca.

 

  

1 comentario

Lewis Rogers -

En cualquier Estado más o menos adelantado del siglo XXI, religión y política deben estar visiblemente separado. Pero, desafortunadamente, no es así. Cada cual, en un sistema democrático, tiene derecho a opinar según le plazca, aunque en ocasiones ese parecer pueda ser tan inoportuno. La Iglesia, en estos negros días que vivimos, parece en ocasiones la única opción de izquierdas válida, pues mantiene sus constantes al paso de los siglos. Haríamos bien en no confundir familias con etarras, pese al soporte que ello conlleva. Pero en un mundo donde los grises han desaparecido, el maniqueísmo preside nuestras vidas. Aunque, en este caso, no debería ser así. Derecho a opinar, si; sobre lo que se opina...