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Desde mi escaño

Desapariciones sin respuesta

Desapariciones sin respuesta

La reciente desaparición de Isabel Canino, conductora de Titsa, trae de nuevo a colación las dificultades que parecen existir en Canarias a la hora de resolver este tipo de casos. Por lo pronto, aparte de esta empleada de la compañía de transporte público tinerfeña, tenemos en las Islas otras dos desapariciones que van camino de cumplir tres y dos años, respectivamente, la de Sara Morales y Yéremi Vargas, ambas en Gran Canaria. Después de infructuosos intentos por parte de las fuerzas policiales, de las ayudas de los voluntarios y todos los medios posibles, nada se ha logrado hasta el momento por encontrar alguna pista fiable que dé con el paradero de estas tres personas. Lo grave del asunto es que los días (en los dos últimos casos los años) pasan y nada nuevo hay en el horizonte, salvo una mezcla de ínfima esperanza con la desazón y la angustia más agrias.

Teóricamente, la característica geográfica de ser islas podría inducir, evidentemente, a pensar que resultaría relativamente sencillo encontrar a alguien que ha desaparecido, bien voluntariamente o bien por la fuerza, pero está claro que no es tan fácil como pudiera creerse. Estamos hablando de territorios, sobre todo en el caso de Tenerife o Gran Canaria, jalonados de barrancos y montes que, en muchos casos, son de difícil acceso y una simple batida no es suficiente para poder dominar el terreno. Y eso por no hablar de otra serie de accidentes geográficos, como las simas o cavidades volcánicas, donde recientemente fue hallada muerta una mujer en Gran Canaria, donde supuestamente había caído allí accidentalmente.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado han hecho todo lo que está en sus manos para poder resolver estas desapariciones y otras que se han producido en Canarias, pero está claro que hay cuestiones que mejorar, sobre todo a la hora de controlar las salidas por los puertos de nuestras islas. Uno, que ha viajado entre islas a través del barco, sabe perfectamente el escaso control que existe a la hora de poder acceder al mismo. En muchas ocasiones, basta únicamente con enseñar la tarjeta de embarque. No se trata de levantar teorías sobre lo que ha podido pasar con Sara o Yéremi, pero igual se está buscando en Gran Canaria lo que pudiera estar en La Gomera. En cuanto a lo de Isabel Canino, lo que nunca fue normal es que se detuviera a su pareja sentimental y a los pocos días, al no hallarse indicios de criminalidad, se le soltase. Por lo pronto, se están pateando los montes y los barrancos por donde esta mujer solía transitar los fines de semana, pero con tantos días como han pasado ya, no sé hasta que punto tienen efectividad estos rastreos. Esperemos que pronto se produzcan buenas noticias, pero a estas alturas los miembros policiales parecen estar imbuidos en la búsqueda de la aguja en un megapajar.

1 comentario

Máximo Medina -

En series de televisión estamos cansados de ver que las primeras horas de una desaparición son cruciales para que la misión acabe en éxito o se demore. Cuanto más tiempo pasa, más complicada se hace cualquier resolución. El problema es que aquí estamos en la vida real, no en manos de ningún grupo de guionistas y la colaboración ciudadana resulta fundamental. Me refiero a aquella que pueda aportar datos y líneas de actuación a los cuerpos de seguridad del Estado. El más mínimo detalle puede ser fundamental. Lo que no resulta nada corriente es que esas desapariciones tengan lugar en islas, porque al encontrarnos en terrenos finitos da la impresión de que sería más sencilla la localización. Tal como indica Juan no estaría de más un mayor control de nuestras fronteras, ya sea por mar o aire. Lo nunca se debe hacer es abandonar toda posibilidad. Como indica el sabio refranero, la esperanza es lo último que se pierde y a veces, como en estos casos, nunca. Es un deber de toda la sociedad.