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Desde mi escaño

La Gaceta de Canarias, una aventura finiquitada

La Gaceta de Canarias, una aventura finiquitada

La Gaceta de Canarias, desgraciadamente, fue una aventura muy bella, pero que tocó a su fin hace ya muchos meses. El paciente se encuentra en una habitación aislado, pero a la espera de certificar la muerte definitiva. Es, como diría el maestreo Gabriel García Márquez, la crónica de una muerte anunciada, un epitafio muy sobado, pero sin duda ideal y preciso para referirse a la defunción de un periódico. Quién sabe, han sido casi dos décadas de incertidumbres, de alegrías, de tristezas, de desazones, de preocupaciones por los pagos que no llegaban a las cuentas corrientes de los empleados. A promesas muy atractivas por parte de empresarios que, lamentablemente, acababan truncadas más tarde o más temprano, como si un congreso de tuertos hubiera mirado desde su nacimiento a esta empresa periodística por las que tantos profesionales han pasado y se han formado para poder estar hoy en el estrellato mediático de las Islas.

Uno, que no tiene por norma hablar de sí mismo en este blog, no puede dejar de reconocer sus errores. Quizá sea un pensamiento erróneo, no lo sé y tampoco se ha inventado la máquina de poder darle marcha atrás a las cosas que uno hace en esta vida, pero sí que es verdad que quien suscribe tiene una parte (no sé en qué porcentaje) del cierre de La Gaceta de Canarias. Posiblemente, engañados por unas muy cuidadas palabras del empresario y compañía, un grupo de trabajadores reventamos la primera jornada de paros parciales, el 29 de octubre de 2008. Por supuesto, a pesar de las promesas de pago, de que había empresarios detrás que iban a solventar la situación económica, siempre y cuando el periódico no dejara de salir a la calle, fueron un puro montaje, una pose para ponernos no sólo a los pies de los caballos y de ser la desvergüenza de la profesión, sino para contribuir en gran medida a que el empresario no tuviera ganas de resolver en absoluto un conflicto laboral. De hecho, ha pasado casi un año desde que se inició la huelga indefinida, el 10 de noviembre de 2008, y lo único que se ha conseguido es que haya muchos profesionales cualificados sin empleo. Uno está en esa situación, aunque reconociendo que buscada y que posiblemente firmase ese 29 de octubre mi sentencia de no volver a trabajar en los medios de las Islas ante una situación de rebeldía contra mis jefes inmediatos. ¿Qué fui engañado por el empresario? Cierto, pero también tenemos algo que se llama sentido común. Esto es suficientemente pequeño como para olvidar ciertos actos y, aunque me duele tener que estar en esta situación de limbo y olvido laboral, he de atenerme a las consecuencias y encajarlas al igual que cuando las noticias fueron más positivas. Es lo que hay, sin duda.

Sinceramente, a día de hoy sólo me importa que amigos míos desde que entré en La Gaceta de Canarias puedan recuperar una parte de lo que la nula gestión empresarial les quitó el 1 de marzo del año pasado. Personas con casi veinte años de antigüedad, algunos con una década, otros con quince años, que fueron echadas como agua sucia de un proyecto que han sacado adelante con sangre, sudor y lágrimas. Si lo siento yo, con todo el dolor de mi corazón, con seis años de estancia, ¿cómo no lo van a sufrir profesionales del periodismo, de la maquetación, de la publicidad, de la administración, del mantenimiento o de la limpieza que llevaban mucho más tiempo que yo embarcados en esta empresa? Ojalá y la Justicia haga su papel y por lo menos repare un daño brutal. Y no pido por mí, sino por esas personas a las que tanto aprecio y que fueron desdeñadas por la ignorancia enladrillada.

2 comentarios

Antonio Pérez Hernández -

Es una verdadera pena. Un proyecto como La Gaceta que sirvió para contrarrestar a dos poderes mediáticos de papel establecidos en Tenerife y al final, por culpa de una mala praxis empresarial, se ha ido a tomar viento fresco. Señor Velarde, lamentarse por los errores propios es de valientes, aunque poco o nada se pueda hacer por repararlos. Usted se equivocó en su momento, pero de sabios es saber rectificar o, como es este caso, asumir una responsabilidad o culpa. Ánimo, que ya verá que más pronto que tarde estará trabajando en algún medio de comunicación. Lo importante es que aprenda de la experiencia adquirida.

Máximo Medina -

A pesar de que me gusta extenderme en mis comentarios, más de lo razonable algunas veces, en esta ocasión debo optar por la locuacidad: todo está escrito y más en un diario. Esto sí, no te sientas culpable de nada, porque hay muchas presiones y la única que realmente importa es la sanguinea. Un abrazo.