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Desde mi escaño

Casi un año de ignominia. Ahora me toca a mí

Casi un año de ignominia. Ahora me toca a mí

Hace casi un año, el 29 de octubre de 2008, quien suscribe este blog actuó como un auténtico esquirol al servicio de un empresario impresentable, Fernando Peña Suárez, y la mononeuronal de su consejera delegada, Elena Rodríguez Darias, una pareja que perfectamente podían haber suplantado a los míticos Bonnie&Clyde con su nefasta gestión al frente de un sueño largamente trabajado por centenares de personas que pasaron y trabajaron en la hoy extinta La Gaceta de Canarias. Sí, hace casi 365 días que trabajé y puenteé a los que eran verdaderos jefes de la redacción, desde Santiago Díaz, Joan Tusell, Sergio Fernández, pasando por Julio Gutiérrez, Carlos Vega, Estela Crespo, Luis Bretón o Erickl Canino, en la ignorancia supina de creer que podía estar contribuyendo a la salvación del periódico cuando, posiblemente, igual colaboré a su más rápida defunción. Pero como se suele decir normalmente, el desconocimiento de la ley no implica que ésta deba incumplirse. Yo, sinceramente, me salté a la torera este precepto e hice de ese día mi particular día de la ignominia y que poco a poco ha ido creciendo hasta llegar al año. Pero miren, me lo merezco, qué duda cabe y sólo pido nuevamente perdón a quienes se sintieron traicionados, vejados, apuñalados y todos los adjetivos que deseen colocar.

Sin embargo, a pesar de que lo más importante, que sería volver a ver con vida este rotativo, es un hecho totalmente imposible, al menos me queda el consuelo de ver como los dos gestores (bueno, el pseudogestor y la propietaria del cerebro mononeuronal) van a empezar a pasar por el Vía Crucis por el que yo estoy atravesando desde hace mucho meses. Durante todo este tiempo no he podido gozar de las mieles de un trabajo, siquiera ver un triste ingreso, lógicamente, pero a partir de ahora, pecando de mal cristiano, tendré la oportunidad de ver como a estos señores la Justicia empezará a desposeerles de todo lo que tienen para resarcir el daño que han hecho a decenas y decenas de honrados y sacrificados trabajadores. Sus inventos y marañas empresariales para intentar escaquearse de pagar lo que deben comienzan a ser desmontadas razonadamente en las instancias judiciales y mañana, por ejemplo, tendremos la oportunidad en los Juzgados de lo Mercantil de Santa Cruz de Tenerife (10.15 horas) de ver hasta qué punto mantuvo engañado a su socio en Madrid, el Mundo, al que ni le informó de la convocatoria de una huelga ni de la petición de un concurso de acreedores. 

Sinceramente, no me duelen prendas si digo y escribo (la libertad de expresión reflejada en la Constitución me ampara y me concede la licencia de decirlo) que espero y deseo que tanto el señor Peña como su consejera delegada acaben en la más completa ruina. Su trayectoria ha sido la de poner zancadillas a todos aquellos que no comulgamos con su manera de hacer las cosas. La última que, por ejemplo, sufrí, fue la de ser dado de baja un mes antes de que un juzgado comunicara favorablemente mi recesión de contrato (algo que ha hecho con otros compañeros). Pero vamos, esto sólo ha sido pecata minuta con todas las atrocidades que la pareja ha cometido a lo largo de casi dos años. Vamos, por ponerlo más claro, si no han extorsionado a determinados políticos, han pasado muy cerca de ese límite y en Presidencia de Gobierno saben perfectamente de las actitudes del personaje.

En fin, está claro que viendo y recopilando un montón de datos sobre los comportamientos nada recomendables del señor Peña y la señora mononeuronal, uno no puede sentirse orgulloso de hacer lo que hizo y exonero de culpa a quienes trabajaron conmigo ese día porque, sinceramente, de no ser por mí no hubieran podido hacer, en el caso de más de una, ni la O con un canuto, hubieran sido totalmente incapaces de sacar ese periódico adelante, ese papelucho del que sólo quien suscribe, Juan Antonio Alonso Velarde, fue único responsable. Pero bueno, lo hecho, hecho está, sólo queda no repetir en la vida tan vergonzoso episodio y al menos utilizarlo de experiencia y lección magistral de vida. Pero eso sí, todo este año de ignominia que he vivido y padecido espero poder traspasárselo, con abultados intereses, al señor Peña Suárez y a la señora Rodríguez Darias, para que sepan lo que es empezar a sufrir el escarnio y la mofa de toda la sociedad y, lo más importante, que restituyan económicamente todo lo que han dejado de pagar a honrados y sacrificados empleados, desde el director hasta llegar al más anónimo de todos, Diego, el entrañable encargado de la limpieza.

1 comentario

Máximo Medina -

Juan, por una vez y ojalá sirva de precedente, mi comentario se ha quedado 'sin palabras'. Un abrazo y 'des-ignomíniate'.