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Desde mi escaño

El concepto socialista de machismo

El concepto socialista de machismo

José Bono, el hoy presidente del Congreso de los Diputados, dijo sobre la jefa del Ejecutivo madrileño, Esperanza Aguirre que "besa de día y muerde de noche". Esa frase, bastante desafortunada, no contó con el corifeo tradicional de las mujeres socialistas saliendo a defendir a la presidenta de la Comunidad de Madrid. No, nada de eso, la callada por respuesta y encima alguna de ellas, como Magdalena Álvarez, ex ministra de Fomento (y follones), llegó a espetarle que el único lugar donde podría estar la señora Aguirre era en las vías o en la catenaria, en relación a las competencias sobre el transporte guiado. Sin embargo, cuando los supuestos comentarios o ninguenos vienen desde las filas del PP hacia las féminas del PSOE, entonces la vara de medir es muy diferente, tal y como ha podido comprobar esta semana el líder de la oposición, Mariano Rajoy.

El presidente del Partido Popular, en el debate sobre las enmiendas a la totalidad de los Presupuestos Generales del Estado para 2010, pidió a Zapatero que no se ocultara o se escudase detrás de la ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, que fuese él, el presidente del Gobierno, quien diera la cara por unas cuentas redactadas por su oficina, pero cuya defensa le correspondió a la señora ministra. Esa misma fórmula, y ahí están las hemerotecas para refrendarlo, es lo que sucedió hace un año con los números que defendía con poca vehemencia y menos convencimiento Pedro Solbes. Entonces, al igual que sucedió con Salgado, Rajoy reclamó que ZP no eludiese su responsabilidad en esos presupuestos. ¿Cuál es la diferencia ahora? Simplemente que se trata de una mujer socialista a la que, supustamente, el líder del PP ha ninguneado y eso le ha sentado muy mal al rojerío patrio.

Lo triste del caso es que al final, después de un largo debate, sólo nos quedamos en la anécdota, además edulcorada de falsedad, porque nadie, en su sano juicio, entendió que Rajoy actuara como un perfecto machista cavernario. Simplemente pidió responsabilidades a quien corresponde, en este caso el presidente del Gobierno que, tal y como se ha demostrado en los últimos años, ha hecho y desecho (sobre todo esto último) a su antojo, arrobándose competencias a gusto de consumidor, como las de deportes, o incluso a ¿regalar? dinero a espuertas, sin previsión de ningún tipo y para disgusto en estos pasados años de Pedro Solbes, al que cada vez le resultaba más complicado cuadrar las cuentas. Acuérdense, por ejemplo, de cuando hablaba del Sudoku financiero para dar más a Cataluña sin que el resto de las comunidades autónomas se cogiera un rebote del quince.

Sinceramente, una vez más, la señora Salgado demuestra dos claros errores, el primero de ellos es dejarse mangonear por su jefe a la hora de presentar unos presupuestos que ni ella misma cree y, el segundo, salir a la escena pública creyéndose víctima de una persecución machista por parte de la derecha. Mire, si usted hubiese confeccionado esas cuentas, nadie, empezando por Rajoy, hubiese tenido inconveniente alguno en debatir directamente con usted esos números. Pero era sabido que esos presupuestos vinieron cocinados directamente por Zapatero y su equipo de economía en dos tardes, así que déjese de ver machismos y actitudes intransigentes donde no las hay. Además, lo que nos interesa a los españoles son medidas concretas y reales que redunden, sin ir más lejos, en la creación de empleo y en recuperar la confianza inversora, algo que a día de hoy es una verdadera utopía, con o sin machismo.

1 comentario

Máximo Medina -

Si ahora en este país decirle a una mujer que no tiene ni idea de lo que está presentando (caso de la señora Salgado con los Presupuestos) se puede calificar como de incinación o tendencia machista, listos estamos entonces los hombres. Lo que entiende, en mi modesta opinión, es que critica el trabajo realizado por la vicepresidenta, pero no a ella personalmente. Eso, cualquier político lo sabe, pues termina la sesión en el Congreso de los Diutados y se les ve a la mayoría de ellos charlando amigablemente. No entiendo de presupuesto, ni quiero entender, pero tampoco comprendo que una mujer política se pueda sentir ofendida al ser cuestionada por su labor. Y es que los progres son muy progres para ellos, pero no para los demás. Así nos va.