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Desde mi escaño

Censura a la carta...de Sinde y cia

Censura a la carta...de Sinde y cia

Los amantes del cine de terror en España nos tendremos que quedar sin ver, por obra y arte de gracia de este Gobierno, la última película de la saga Saw, la sexta parte concretamente, obras que, efectivamente, no dejo de reconocer que son extraordinariamente violentas, pero que, digo yo, para eso hay una especie de código de regulación a la hora de permitir o prohibir la entrada a los cines a personas menores de edad. De hecho, vistas las cinco entregas anteriores, a cada cual más desgarradora, no sé exactamente qué es lo que puede contener esta película para que su proyección fuese desautorizada en las salas comerciales y su visionado, por tanto, sólo fuese factible en salas X, como si se tratase de una producción pornográfica.

La verdad es que la ministra de Cultura, la señora Sinde, se está comportando en este aspecto como una auténtica comisaria totalitaria, tratando de decirnos a los ciudadanos lo que debemos ver y lo que no, lo que podemos o no podemos descargarnos (si por ella fuera, las descargas estarían suprimidas por orden ministerial) y no se da cuenta de que nos encontramos, todavía, en una economía de libre mercado, o sea, que aún podemos elegir entre diversas opciones, aunque parece que desde ese departamento, como del resto del Ejecutivo, se nos quiere hacer pasar por el embudo del pensamiento único. Por ello, no les quepa la menor duda, los responsables de distribuir este film en España han decidido que no se dé, dada, entre otras razones, la escasez de salas X a lo largo y ancho de nuestra geografía.

Pero miren, es que lo de Saw VI es sólo la punta del iceberg de lo que pretende este Gobierno. Ahora, por ejemplo, le ha dado por regular el sexo por televisión que, en principio, me parece sumamente acertado. Es correcto y procedente que ciertas películas se pasen a altas horas de la noche, cuando los menores ya no tienen acceso a la llamada caja tonta. Sin embargo, pretende acotarlo todo a los canales de pago. Pero, vamos a ver, señora De la Vega, ¿acaso se cree que en un hogar donde tengan contratados los dos canales de pago conocidos hasta la fecha, el de toda la vida y ahora el de sus nuevos amigos mediáticos alguien puede impedir que los menores conecten el aparatito? Por favor, si hoy un crío de 5 años sabe todas las prestaciones de un móvil y sabe como enredar en su mecanismo, así que un codificador le parecerá, nunca mejor dicho, un juego de niños.

Sinceramente, antes que ponerse a censurar películas o tratar de preservar el negocio del sexo televisado para sus plataformas amigas, lo que hay que hacer es una ley que prohiba definitivamente toda esa telebasura que se ve en horarios infantiles, con series y telefilmes de dudoso gusto o con emisiones en los intermedios de las escenas más eróticas de los encerrados en la casa de marras (el experimento sociológico de la señora Milá). Si se quiere respetar al menor, empecemos por erradicar todos esos espacios, al menos de esa franja en la que puede haber niños frente al televisor. Luego, por supuesto, serán los padres quienes deban velar porque su hijo no esté a determinadas horas espacios para los que su mente y su conocimiento aún no están formados.

 

1 comentario

Máximo Medina -

Si nos metemos en censuras o en calificar las producciones cinematográficas, por mal camino vamos (podemos saltarnos también a los libros, etc.). De todas formas, si tenemos a una guionista de ministra, no es de extrañar que quiera meter la cuchara en todos los platos que no sean de su gusto. El poder corrompe, dijo en una ocasión un sabio griego, y nos 'obliga' a hacer cosas que jamás soñaríamos estando en la oposición. Que conste que no he visto, ni pienso ver, ninguna de las películas de la saga Saw, y es que a mí el terror me parece ridículo. Vamos, que no me lo creo. Como que tampoco un Gobierno democrático pierda el tiempo en estas tonterías, con la que está cayendo y caerá. En cuanto a lo del sexo en abierto, es una forma más de borrar a todas esas emisoras alegales que aprovechan la noche para 'captar' clientes. Aquí, el sexo televisivo que sea pago. Faltaría más, hasta ahí podríamos llegar: fastidiarle el negocio a los que van siempre deprisa y nunca se paran.