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Desde mi escaño

Los 150 euros de la vergüenza

Los 150 euros de la vergüenza

Los comités de Competición y Disciplina de la Federación Española de Fútbol demostraron el pasado martes que existe una diferencia clara entre agredir a un árbitro o a sus asistentes o que el objeto de turno caiga en la testa de un entrenador o un jugador. Cuando el monedazo le cae al trencilla de turno, al menos el equipo propietario del terreno de juego se arriesga a una sanción de un partido de clausura, más la sanción económica aparte. Sin embargo, si tiene usted la puntería suficiente como para atinar en el rostro de un entrenador, la multa sólo será de unos 150 euros. Sin más. Lamentable, sin duda.

 

Uno, que es seguidor del Atlético de Madrid, aún no comprende cómo sólo se ha impuesto un pago de 150 euros por el mecherazo o pedrada que le dio al entrenador del Real Madrid, Manuel Pellegrini. Desconozco si el salvaje fue aficionado rojiblanco o madridista (dudo mucho de todas maneras que sea un amante del deporte), pero lo cierto es que esa acción debería de haber estado penada con el cierre del Vicente Calderón por, al menos, un encuentro. Pero no, aquí no pasa absolutamente nada. La Federación protege a sus colegiados hasta límites insospechados, pero permite todo tipo de acciones violentas en contra del resto de los artistas de este espectáculo.

 

Evidentemente, alguien podrá decirme que a cuento de qué han de cerrar el feudo del Atlético de Madrid cuando aún no se ha cerrado el del Barcelona. Cierto, el Camp Nou fue escenario hace siete años de un lamentable espectáculo con botellas de whisky, cabeza de cochino, etcétera. El partido tuvo que suspenderse durante algunos minutos, pero al final el campo nunca llegó a cerrarse. Y así, con el precedente del Barsa, mientras no se agreda a un colegiado, todos los equipos que se ven involucrados en un episodio de esas características recurren a ese precedente que nunca fue sancionado, a pesar del impacto mediático que supusieron aquellas imágenes.

 

Esperemos que alguien, el ministro de Deportes, por ejemplo, o en su defecto el secretario de Estado de la materia, haga algo e inste a la Federación Española a que dispense un trato igualitario tanto a árbitros como a jugadores y entrenadores. Todos son parte esencial del juego, pero vamos, si nos pusiéramos clasistas, tal vez sean los futbolistas la pieza imprescindible en este circo deportivo. Los árbitros, cierto, imparten y reparten justicia y los técnicos corrigen errores de posición sobre la marcha, pero todos hemos jugado alguna vez sin un Mejuto González que resuelva las polémicas en las áreas o sin un Luis Aragonés que rectifique nuestra posición en el campo. Por eso, no es de recibo que quien ofrece el espectáculo sea, precisamente, el más desprotegido.

1 comentario

Lewis Rogers -

Los malos modos en el fútbol se han convertido en algo tradicional, pero teniendo en cuenta que estamos ante un espectáculo (o por lo menos así lo cobran en taquilla) no es de extrañar la decisión de los comités federativos, que se encuentran bajo sospecha desde hace bastante tiempo. El hecho en sí de lanzar algún objeto al terreno de juego debería ser suficiente para un castigo de cierto calibre, pero si además resulta alcanzado uno de los actuantes en el encuentro, en este caso el técnico visitante (los de casa rara vez son alcanzados por la grada y si se produjera nadie se entera), la sanción debería tener su parte de trascendencia. Por esta vez nuestro idolatrado Atleti se ha salvado, pero ¿quién sabe si en la próxima los jueces nos salen por la calle de enmedio? en caso de los árbitros, no obstante, la cosa, según ellos, cambia porque nos encontramos ante la autoridad del partido y, claro, eso merece un respetito, que además es muy bonito. El cargo, por lo que se ve, pesa lo suyo en el fútbol.