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Desde mi escaño

Freno al absentismo funcionarial

Freno al absentismo funcionarial

La Provincia señala en su edición del 21 de noviembre que “más de 8.500 trabajadores de la Administración autonómica (de los casi 57.000 que tiene) no acuden cada día a su trabajo. Se trata de un índice de absentismo "desproporcionado", indicó el consejero regional de Empleo, Jorge Rodríguez, en los pasillos del Parlamento. En la inmensa mayoría de los casos, ese absentismo viene dado por bajas médicas, pero existen trabajadores públicos (una minoría sobre esos 8.500) que simplemente no avisan de que no irán a trabajar. El consejero señaló que "el índice de absentismo en los puestos de trabajo está situado en un desproporcionado 15%" del total de los empleados públicos”.

 

Estas afirmaciones, junto con otras del vicepresidente autonómico, José Manuel Soria, en las que venía a anunciar una reducción de la cuantía destinada para cubrir las bajas de los funcionarios, han puesto en pie de guerra a las plataformas sindicales, asegurando que esas palabras suponen toda una provocación y una demonización de la clase funcionaria. Claro, efectivamente, aquí, mientras se pueda vivir a la sopa boba, todo el mundo mira hacia otro lado, pero, amigos míos, cuando se intenta poner cordura, máxime en una época de crisis tan galopante como ésta, entonces hay que poner el grito en el cielo por un hecho que siempre debería seguir ese precepto, el de controlar aquellas bajas que no tienen razón de ser.

 

Por supuesto, uno siempre cree en la presunción de inocencia y considera que la gran masa del funcionariado de las Islas responde a esos principios de eficacia, eficiencia, respeto por los ciudadanos y que aplica la máxima de la responsabilidad y que hace de su trabajo un verdadero servicio público para el resto. Sin embargo, lamentablemente, también existe ese grupo de servidores de la función pública que se toman con poca seriedad su empleo, enlanzando bajas como si no costara, y encima haciendo que su puesto se encarezca para el erario público, dado que hay que seguir pagando a ese funcionario más el compañero que deba cubrir la baja.

 

En definitiva, con ese dato del 15% de bajas, matizándolo con los que verdaderamente sí responden a una enfermedad constatable, es normal que el Gobierno de Canarias quiera poner un freno a esta sangría económica. Y es que en el ámbito público se han permitido cuestiones que en la empresa privada, por ejemplo, no se sostendrían bajo ningún concepto, como el de tener diariamente ese alto porcentaje de ausencias. Vamos, a ese ritmo, cualquier compañía acabaría por cerrar las puertas, aunque seguro que mi amigo Lewis Rogers pondría su puya y me respondería: “Pero, amigo Velarde, si las privadas se han llegado a cargar a más del 50% de los empleados con los EREs dichosos”. Pues miren, también es verdad. Pero bueno, me preocupa el manejo de los fondos públicos y está bien que el Ejecutivo comience a controlar esos y otros gastos superfluos.

2 comentarios

Máximo Medina -

No entiendo el porqué de esa mania extendida de que cada vez que un trabajador está enfermo debe ser sustituido por otro que haga su función. En los trabajos que he tomado parte nunca ha ocurrido eso, sino que los que queden que suplen al que se encuentra de baja. Además, a las empresas un trabajador que no acude a su trabajo por enfermedad o accidente no le cuesta nada, porque pasa a ser acogido por la Seguridad Social mientras dura su inasistencia al trabajo. Entonces, ¿de qué hay que quejarse? ¿De vicio? Y ¿quiénes levantan sus voces, esos transitorios políticos que están cuatro años en el cargo y luego a su casa? Hacen bien los sindicatos en no permitir esto, porque además no hay sangría económica alguna. ¿Los políticos que padecemos son también empresarios? Pues vamos listos.

Lewis Rogers -

Como dicen los de la prensa rosa, por 'alucionaciones' he de manifestar que me reafirmo en los de los ERE y que el problema de los funcionarios no es un asunto de la calle, sino de los políticos que vagan por todo lo público. Nuestros políticos son tan vagos que necesitan empleados que les hagan las cosas. Si estos últimos, los funcionarios, no lo hiciesen, se pararía toda la Administración y no caminaría nada. Con todo estancado sí que se oirían gritos desde todos los sitios para que el país funcionara en su faceta burocratizadora. ¡Ah!, amigo Velarde, el dinero público no le interesa a nadie, porque ya nos lo han quitado a todos y no nos lo van a devolver. Lo importante es en qué se emplea y en eso tampoco podemos hacer nada.