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Desde mi escaño

Despilfarro, rico, rico, rico

Despilfarro, rico, rico, rico

El Gobierno de España, administración derrochona donde las haya, siempre que sea para favorecer a los amigachos de turno, ha destinado nada más y nada menos que una partida de siete millones de euros para una agrupación de cocineros vascos, entre los que se encuentran los Martín Berasategui, Carlos Arguiñano o Juan Mari Arzak, para que se dediquen a la innovación e investigación culinaria. El Ministerio encargado de dar la generosa dádiva ha sido el de Ciencia y Tecnología, presidido por la, curiosamente, también vascuence Cristina Garmendia. Es decir, en este país, donde la adaptación a las nuevas tecnologías camina aún en pañales, los dineros para la llamada I+D+I ha pasado a ser otro tipo de I+D+I, Inversión en despilfarro e improvisación. Los españoles seguirán estando a la cola de Internet y demás herramientas tecnológicas, pero lo que preocupa realmente a este Ejecutivo es que esos cocineros, siempre abiertos a la percepción del cheque (que, normalmente, acaba por pura casualidad en las arcas etarras), puedan avanzar en el intrincado campo de la creación nitrogenada, no sé si con el complemento del perejil o de la goma-2.

De verdad, cuando escuché la noticia, la de la concesión de esos siete millones de euracos, pensé que era una broma, de mal gusto, pero un chascarrillo de esos que la gente comenta sin mucha ciencia. Pero no, resulta que es un hecho real, que a la señora Garmendia, que se sepa, nadie la ha removido de su sillón ministerial y que los propietarios de, por cierto, megacarísimos restaurantes, tampoco renuncian a la subvención del Gobierno de España, a pesar de que alguno de estos fogoneros nunca ha ocultado su deseo de independizarse o de negarse resueltamente a condenar los atentados que año tras año ha cometido la banda terrorista ETA. Es más, el ingenioso caballero solía tener el don de la oportunidad para, día en el que se producía un asesinato, salir a la pantalla canturreando y contando chistes, bastante malos, por cierto. Sí, ya sé que los programas son grabados, pero mira por donde jamás de los jamases hablaba de esas muertes y sí de lo mal que van los cosas en el resto del Estado. Cuando menos, sospechoso.

Pero vamos, independientemente de las filias y de las fobias que uno pueda tener hacia este colectivo de cocineros de tramposas y vacuas creaciones, lo que me parece sorprendente por parte del Ejecutivo es que se pague un pastizal a unos señores que, por lo pronto, tienen bien forrados los riñones, y no al jerez precisamente. Nadie les niega su derecho a constituir una asociación o agrupación de lo que quieran, pero el Gobierno no puede jugar con los dineros de todo un país, del avance tecnológico de muchos ciudadanos, para que se lo fundan (y fusionen) entre esos cuatro amigachos que, dicho sea de paso, tampoco están mejorando para nada la calidad de las comidas. Más bien, permítanme la expresión, están contribuyendo a una espectacular avitaminosis de los comensales, no sólo en sus organismos, sino también en sus carteras. Pero nada, ahora lo moderno es jugar a hacer arte con la comida, mejor cuanto más microscópica, pero en cambio, por la regla de tres inversa, a menos tamaño, más ceros lleva el cheque. Toser, no le toseremos a nadie en materia de ciencia y tecnología, pero a eructar nitrógeno, vamos, en la Champions League estamos, como poco.

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1 comentario

Máximo Medina -

Los cocineros citados son todos millonarios, siempre que no les hayan ido mal las cuantiosas inversiones que tienen por todas partes. Por ello, como es lógico, son subvencionados por el gobierno para que investiguen sobre asuntos culinarios, qué casualidad, lo cual es y ha sido siempre su trabajo. Así tendrán entrada doble, una por la personal y la otra por vía oficial. Y despues nos quieren hacer trabajar dos años más porque el sistema de pensiones está a punto de cascarla. Pero hombre...