Blogia
Desde mi escaño

Fraude en rojo y blanco

Fraude en rojo y blanco

El fútbol español volverá a sufrir este fin de semana un nuevo episodio de estafa y fraude, además a sabiendas de que se va a cometer impunemente. Los protagonistas principales de este engaño masivo son el Sevilla y el Atlético de Madrid, el primero por pasivo, que sabe a ciencia cierta que el segundo, el conjunto rojiblanco, no se va a esforzar para ganar los tres puntos en litigio porque a los de la capital madrileña les interesa que los hispalenses sean cuartos y, después de la derrota sufrida en Getafe, la victoria les urge aún más. El Mallorca ya les supera en dos puntos y un nuevo tropiezo supondría que casi dijeran adiós a todas las posibilidades de clasificarse para la Champions League.

 

¿Y por qué insisto en que el Atlético de Madrid se dejará perder o, dicho en términos más legales, no se esforzará en conseguir el triunfo, siquiera el empate? Pues muy sencillo, porque los de la ribera del Manzanares disputan la final de Copa de Rey ante los sevillanos y si estos, por avatares del destino, ganan esta competición, en principio dejarían sin torneo europeo a los madrileños, a no ser que el Sevilla fuese cuarto y entonces, obviamente, la plaza de Europa League, vía competición del K.O, iría a parar al subcampeón, el Atlético de Madrid, que no tendría entonces la necesidad imperiosa de hacerse con el entorchado copero para volver a viajar fuera de España en competición oficial.

 

De todas maneras, no sólo es el Sevilla por inacción (que al fin y al cabo es el menos culpable de esta historia, ya que su obligación será ganar los puntos en juego) ni el Atlético de Madrid, por dejación de funciones, los únicos sospechosos de esta estafa deportiva, sino que también la propia Federación Española ha contribuido a este especie de timba al no haber buscado una mejor ubicación a la final de la Copa del Rey. El torneo que todas las ligas de primer orden suelen establecer en fechas de prestigio, en España se ha convertido en el quebradero de cabeza a la hora de insertarlo en el calendario. De haberse jugado ya (algo sencillo si se instaurasen las famosas eliminatorias a partido único), igual ahora no existían los cambalaches de resultados extraños.

 

Y, desgraciadamente, esto no ha hecho más que empezar. Ya verán como en las siguientes jornadas, sobre todo por la zona de abajo, se verán situaciones extrañas, resultados increíbles como los que protagonizaron, por ejemplo, el Barcelona y el Real Madrid hace un año, cuando con todos los deberes hechos regalaron la permanencia al Osasuna, ya que éste venció en el Nou Camp y luego derrotó en el Reino de Navarra a los merengues.

 

1 comentario

Lewis Rogers -

'Si pierdo, gano'

La Federación, que este caso es la organizadora de la final de la Copa del Rey, es la verdadera responsable de que se puedan levantar suspicacias con respecto al encuentro Sevilla-Atlético de Madrid. Si esa finalísima se huebiese disputado ya, sabríamos a qué carta quedarnos, pero no; mejor dejarlo para cuando haya alguna fecha libre. Con el calendario ideó allá por el mes de agosto del año pasado era prácticamente imposible disputarla antes del mes de mayo, pero ahora nos encontramos con esta situación en la que, como parece evidente, a un equipo le interesa perder en beneficio propio, más que nada por lo que pudiera pasar en la Copa del Rey. Por si fuera poco, hay otra circunstancia digna de tenerse en cuenta: si el Mallorca, por las deudas, entrara en concurso de acreedores, se quedaría fuera de las competiciones europeas. Pese a todo, lo único que no debe permitir que pase es que a un equipo le interese perder un partido. Eso sería ir contra una competición en la que se pretende siempre ser mejor que el rival y no peor. No obstante, la historia reciente nos dice que el Atleti tampoco es nada del otro jueves (perdió con el Xerez en casa) y sólo a partido único o en eliminatoria es un conjunto realmente peligroso. Lo del la Copa del Rey hay que cambiarlo ya. Esto no puede repetirse en temporadas venideras. Sería el colmo de los disparates.