Blogia
Desde mi escaño

Inda y su exacerbado madridismo

Inda y su exacerbado madridismo El diario deportivo por excelencia de España, Marca, ha entrado en una deriva forofista que me resulta sumamente peligrosa. El rotativo que ahora dirige Eduardo Inda se ha convertido en el boletín oficial de referencia del Real Madrid, algo que tampoco extraña, pero sí que ha sorprendido que en los últimos meses ha dado un giro hacia el radicalismo más exacerbado, realizando portadas antibarcelonistas, alegrándose de la eliminación de los de Guardiola en la Liga de Campeones o intentando imponer a Florentino Pérez el fichaje de Mourinho, un entrenador cicatero, tacaño ofensivo y que parece que, pese a atesorar una UEFA y una Copa de Europa como preparador del Oporto, parece que el mérito principal para llegar al Bernabéu es haber apeado a los blaugrana de la máxima competición continental.

Por supuesto, habrá quien anteponga a mi razonamiento que el Sport o el Mundo Deportivo, dentro de la esfera catalana, también han sido, son y serán muy pro Barcelona y tampoco han rehuido hacer portadas en contra de los merengues cada vez que han fracasado más allá de los Pirineos (algo muy frecuente en los últimos siete años, incluso a veces con ridículos locales ante segundas como el Valladolid o segundas b como el Real Unión o Alcorcón). Sin embargo, considero yo, ese es el argumento de alguien con estrechez de miras, de mentalidad muy débil y que sufre un complejo de inferioridad tremendo. Los ataques de la prensa deportiva catalana nunca fueron respondidos con esa vileza por parte de Marca, que siempre mostró un comportamiento caballeroso con el Barcelona al que, le duela o no a Carod Rovira y sus mariachis independentistas, siempre lo estimó como un equipo español, con todas las letras.

Por eso, tengo que reconocer mi disgusto por la deriva que ha tomado el Marca, que Eduardo Inda ha olvidado su labor de informador para convertirse en el expedidor único y oficial de las credenciales de madridismo. De repente, este director pide, reclama y exige, por ejemplo, que se carguen a todo un experto de los banquillos como Pellegrini, que ha sido capaz, le guste o no a los popes que pretenden mover los hilos en la esquina de Concha Espina, de hacer unos números de escándalo, los mejores en la historia del Real Madrid y que, aún, puede llevarse el nada despreciable botín de la Liga.

La verdad es que Inda ha defraudado a un gran número de lectores del Marca porque, en el colmo de los despropósitos e incluso, apuntaría yo, de una enajenación mental transitoria, llegó a arremeter contra Ramón Calderón, el ex presidente madridista, un personaje más turbio que una ciénaga, por conseguir (quizá fue de sus pocos aciertos) que la final de la Liga de Campeones se jugase en el Santiago Bernabéu. Eso sí, lo gracioso de la crítica estuvo en que se hizo una vez que el Madrid quedó apeado del torneo y de que el Barcelona estuviese a dos pasos de haberse metido en la finalísima. Durante el verano, ahí están las portadas y demás loas y halagos, todo eran grandes titulares sobre esa segura final que jugaría el Madrid con su pléyade de estrellas, pero cuando las cosas se torcieron, en vez de hacer más autocrítica a un modelo quizá demasiado imperialista, se optó por la táctica del contraataque o por celebrar los fracasos ajenos.

1 comentario

Lewis Rogers -

La caída de ventas de los diferentes diarios nacionales, no sólo los de información general sino también los deportivos, han llevado a las empresas a concretar mucho más sus mensajes y llegar, al final de todo, a la conclusión de que quien compra el Marca es del Real Madrid y quien se gasta los cuartos en el Mundo Deportivo o Sport sintoniza con el Barça. La independencia periodística a la hora de criticar una u otra acción ha saltado por los aires dando preferencia al negocio y o la información o comentario con argumentos. Los continuados triunfos del Barcelona no ha caído nunca bien en Madrid, ellos sabrán por qué, mientras que los culés se pirran por una derrota de los Ronaldo y compañía. Quizás las aficiones no sean así, puede que un grupo minoritario, pero las líneas editoriales parecen claras unos en contra de otros. El resto, como si no existieran, salvo que tengan jugadores que interesen a cualquiera de los grandes. Así de lamentable está el panorama de los diarios deportivos españoles de gran tirada. Es probable que salgan ganando con esta guerra absurda, pero los aficionados que mantienen todo el tinglado, seguro que no. Elegir es una cosa, pero dirigir es otra bien distinta.