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Desde mi escaño

Leyes del menor con rigor

Leyes del menor con rigor

La Ley del Menor en España es, como dice un profesor mío, el Mortadelo y Filemón o el Superpop. Aquí, niñatos que casi aún no levantan ni medio palmo del suelo asesinan a una joven y, en vez de apretarles las clavijas, nada, en cuanto cumplen la mayoría de edad, a la calle y, por si fuera poco, entrevistas a todo trapo en cualquiera de los canales de telebasura que abundan en nuestro suelo patrio. Sin embargo, la flexibilidad española contrasta, por ejemplo, con el rigor y el peso de la ley del Reino Unido, donde dos niños de 10 y 11 años han sido hallados culpables este lunes de intentar violar a una niña de ocho años en su casa del oeste de Londres.

Según The Daily Telegraph, se trata de los niños más jóvenes condenados en Reino Unido por este tipo de delitos. El caso ha despertado dudas sobre el tratamiento de acusados de estas edades en el sistema judicial. El juez dijo, de hecho, que no está claro si niños tan pequeños pueden ser incluidos en el registro de agresores sexuales. Durante el juicio, de dos semanas, los niños se sentaron con sus madres en la sala y sus abogados no llegaban peluca o toga. Los hechos sucedieron en octubre del año pasado. Según la fiscal Rosina Cottage, los niños abordaron a su víctima cuando estaba jugando con otro menor de cinco años cerca de su casa. La niña fue atacada en un bloque de edificios, en un cobertizo y en un descampado.

Desde luego, este suceso ha causado gran conmoción en la sociedad británica y surgen sospechas sobre la veracidad de las palabras de la menor, pero hay un hecho que no se puede soslayar, que no es la primera vez que en el Reino Unido se producen casos de violencia entre menores, como la de aquellos niños de corta edad que tuvieron la sangre fría de llevarse de la mano a uno de dos años de un centro comercial para acabar matándolo a sangre fría y abandonarlo a su suerte en las vías del tren. De hecho, los autores de ese crimen fueron condenados severamente, aunque sí que es verdad que su condición de tales les lleva a tener un anonimato de cara a los familiares de sus víctimas, pero no así ante las fuerzas policiales. Éstas, que a nadie le quepa duda, no pierden control sobre alguien que fue capaz de asesinar de pequeño, justo igualito que en España, donde dejamos que quien quitó la vida a Sandra Palo transite libre cual pajarillo y cometiendo más fechorías que aumente su caché cada vez que acuda, por ejemplo, a Tele 5.

1 comentario

Máximo Medina -

En el caso de los menores, tenemos un problema. No yo particularmente, sino la sociedad. ¿Cómo los tratamos como delincuentes, que lo son, o como menores que no saben lo que hacen? Está claro que la edad de nuestros menores en lo que a delitos se refiere ha cambiado mucho en las últimas décadas y lo que era impensable que un menor pudiera realizar hoy en día sucede. Incluso, se da la circunstancia de que grupos al margen de la sociedad les utilizan para realizar acciones a sabiendas de que no pueden aplicarles la ley de los adultos. Es decir, están aprovechando su edad para ejecutar cosas que ellos no harían por medio a la condena que les podría caer. Lo obvio, lo razonable, es que cada caso sea visto por separado y así sacar conclusiones, pero aún así es difícil llegar a conclusiones que parezcan justas para los familiares directos de las víctimas. La verdad es que estamos ante un problema gordo de complicada resolución, porque todo reside en saber si ha existido intencionalidad en los menores a la hora de cometer lo que para los mayores está tipificado como delito. Y, claro, también qué penas cumplirían. Que ésa es otra.