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Desde mi escaño

Reforma a gusto de ZP y de los sindivagos

Reforma a gusto de ZP y de los sindivagos

La reforma laboral aprobada por el Gobierno de ZParo da vía libre a un despido indiscriminado de trabajadores. Lejos de ser una herramienta que favorezca la contratación, lo que va a generar, entre otras cosas, es una economía sumergida aún mayor y, los que tengan la fortuna de contar con un contrato les recomendaría que fueran palpándose la ropa. Con razones ¿objetivas? Un juez puede darle la razón al empleador para poner de patitas en la calle a su plantilla. Con justificar someramente que la empresa no va bien, los empresarios tienen una vía de escape sensacional. Eso o hacer lo que en su momento se sacó de la manga el dueño del grupo Salatín (Salatín, Paybo, La Gaceta de Canarias), Fernando Peña Suárez, que sólo en lo tocante al periódico adeuda cerca de millón y medio a los empleados (bueno, a ex trabajadores, porque ya sólo queda el letrero de los locales) y ahí sigue, tan fresco y sin que nadie, por el momento, le pueda poner freno.

Pero bueno, para no salirme del tema en cuestión, los muñidores de esta reforma laboral deben estar más que satisfechos con la inmovilidad de los sindicatos, de las centrales de los Méndez y Toxo. Fíjense ustedes como será la pasividad de estos ugetistas y comisionistas que, lejos de montar el pollo desde ya, los señoritos aprovechan que el Pisuerga pasa por Valladolid para montar la psudoprotesta general el 29 de…septiembre, coincidiendo con una jornada reivindicativa en toda la Unión Europea.

Por eso, que nadie lo dude, resulta normal que los sindicatos mayoritarios hayan llegado al máximo descrédito posible entre los ciudadanos y aún puede ir a más. Hace ya muchos años que no defienden ni a desempleados ni a trabajadores, Sólo buscan el sustento gubernamental y Zapatero, en eso hay que quitarse el sombrero, ha sabido neutralizar las reivindicaciones de UGT y CCOO. El Oso Yogui y el Atiquero siempre están dispuestos al cheque y, a cambio, lo que se les reclama es el inmovilismo más absoluto, traicionar el principio básico de los sindicatos, la acción y la lucha social. Es así de surrealista, pero con centrales así, el Gobierno puede hacer lo que le venga en gana.

1 comentario

Máximo Medina -

Ha llegado ya el momento de hacer la pregunta clara y directa: ¿Hacen falta sindicatos en España? ¿Sí, pues qué bien?, ¿No, entonces qué hacen los demás países, son tontos, que todos tienen sus sindicatos y no digamos nada de los estadounidenses, franceses o alemanes? En el fondo, ésa es la discusión que la derecha está intentando poner sobre la mesa, pero... no se atreve. Si los empresarios, es decir la derecha, no nos vamos a engañar, se quitan de encima a los representantes de los trabajadores, llegaremos a la jungla. Aquí yo pago lo que me da la gana, cuando me da la gana y según como te hayas portado. ¿Indemnización por despido? ¿Pero tú estás loco? ¿Librar los fines de semanas, o los horarios? Nada, lo que al jefe de turno le apetezca.
Hasta ahora, que yo sepa, los sindicatos españoles se han opuesto a cualquier reforma que recorte los derechos de los trabajadores y así se han mantenido. El Gobierno ha tenido que tirar del decreto para imponer una y de ahí que se haya formalizado una huelga general (derecho a protestar tenemos, creo yo), para rechazar los planes del Gobierno. Menos mal, escrito con el mayor sarcasmo posible, que el Ejecutivo de ZP no osó tocar los convenios sectoriales, porque entonces sí que habríamos entrado en la nueva esclavitud del siglo XXI, en cuyo camino estamos. Pese a la reacción sindical, las centrales se juegan mucho en este envite, porque como sea un fracaso, la próxima reforma (ésta no será la última ni mucho menos) nos pondrán a los pies de los caballos. Y el pretexto será otro, incluso las pensiones, pero la idea será la misma: despojar a los trabajadores españoles de todos los derechos adquiridos en los últimos 80 años. Que ya está bien de estar pagando sueldazos a vagos que no quieren disparar un cartucho. Y, como agorero, señalo que cuanto mejor le vaya a los empresarios, peor le irá a este país. ¡Vaya qué olvido!: nos necesitan para consumir. ¿O tampoco hará falta?