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Desde mi escaño

El beneficio de ser grupo minoritario en España

El beneficio de ser grupo minoritario en España

¿Está España dominada, gobernada o sodomizada por las minorías? Esta pregunta tan recurrente me la planteó ayer por la tarde mi amigo Máximo Medina y, la verdad, es que nos dio para un debate intenso y al final llegamos a la conclusión de que sí, de que en los últimos años todos los intereses, los beneficios y demás prebendas van dirigidos hacia ciertos colectivos. Ser normal, discreto o pasar desapercibido en nuestro país no tiene premio. Aquí lo que impera es ser distinto, destacar que perteneces a una minoría y, cuanto más desfavorecido sea el colectivo, mejor que mejor. De esa manera, algunos viven en el feliz pesebre de la subvención perpetua, sin darle un palo al agua.

Por ejemplo, ¿ustedes se han percatado de las cuantiosas partidas que existen para los colectivos de gays y lesbianas? Con razón lo del famoso orgullo de ser homosexual. Ahora mismo, tienes dos niños, te encuentras en paro crónico y tu mujer está con un tratamiento médico carísimo y las administraciones, especialmente la estatal, te manda a freír espárragos (Carretilla o de los que ustedes gusten) en cuanto intentes mínimamente optar a una subvención. En cambio, te presentas en el Ministerio de Igualdad o en el de Sanidad para que te financien una operación de cambio de sexo o de aumento de las mamas o que, simplemente, deseas abortar y todo el mecanismo de la pesada burocracia para cuestiones perentorias se vuelve ligero para cumplir el caprichito de la persona equis o zeta.

Y miren ustedes, aquí no se trata de discriminar o desfavorecer a las minorías, Dios me libre, pero sí que hago mía la reflexión de este amigo que me cuenta que hay que fijarse en el modelo estadounidense. Allí, sin ir más lejos, a la persona que es diferente por el motivo tal o por la razón cual no se le da un dinero fijo para que se calle la boca. No, nada de eso. Allí se trata de integrar a la persona en el conjunto de la sociedad, de que sea partícipe de los avances, que no se autoexcluya y que, lo más importante, que no piense que el Gobierno está para mantenerle de por vida, salvo casos muy excepcionales. Allí, por ejemplo, los colectivos de gays y lesbianas no obtienen subvenciones por mor de su condición sexual, sino que tendrán que ganarse esas partidas por otras cuestiones. Y eso es lo que nos ha sucedido aquí, que determinados grupos lo tienen todo copado y quienes tienen que batirse diariamente el cobre son el resto (salvo los ricos).

Esto, en cierta medida, me recuerda a lo que sucede en Venezuela, donde el hábil Chávez ha logrado cargar sobre la clase media todos los gravámenes. Los que tienen mucho, están a partir un piñón con el bolivariano y quienes son pobres, reciben la ayuda del Ejecutivo, dinero que en realidad proviene de esas clases medias. En España, quienes subvencionamos a una serie de grupúsculos de dudosa productividad somos esa clase media trabajadora que, sin embargo, luego se las ve y se las desea para acceder a una ayuda.

1 comentario

Máximo Medina -

Es difícil no estar de acuerdo con esta tesis. Las minorías deben tener su lugar dentro de la sociedad, pero no ser unas privilegiadas. El mundo anglosajón, en este sentido, tiene las cosas más claras. En ese universo nadie va de gratis por la vida, mientras que en España sucede justo lo contrario. La justicia habla de igualdad de oportunidades, pero no de discriminación de ningún tipo, aunque sea positiva. Pero, claro, una cosa es la teoría y otra muy distinta la realidad. Por cierto sigo esperando por la fundación de colectivos heterosexuales, el Instituto Nacional del Hombre (aunque ahora haya cambiado la denominación del de la Mujer por "de la Igualdad") o el Día Mundial del Orgullo Hetero. Pese a todo soy consciente de que es escribir por escribir, porque en la política el sentido común es el menos común de todos los sentidos.