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Desde mi escaño

El jardín del Estatuto catalán

El jardín del Estatuto catalán

José Luis Rodríguez Zapatero se ha metido en un jardín de los que resulta imposible salir indemne. Su postura respecto del Estatuto de Cataluña le va a seguir creando quebraderos de cabeza tales que ni toneladas de aspirina le van a aliviar la presión cerebral a la que se está viendo sometido por las presiones de su propio partido en esa comunidad autónoma y por los partidos independentistas-catalanes, ERC y CiU.

El deseo de ZP de seguir hasta el final de la legislatura va a suponer un alto precio que, o mucho me equivoco, vamos a tener que pagar el resto de los españoles. El lío en el que acostumbra meterse esta especie de Mr.Bean, pero sin gracia, no va ser gratis. Tiene sus contraprestaciones y, como en su momento le sucedió a González con Pujol, esto va a resultar una sangría económica imposible de soportar.

El problema mayor es que Zapatero no sabe estar con la boca cerrada ni medio minuto. Cuando el Tribunal Constitucional, después de cuatro años, emite su sentencia y aclara punto por punto que cuestiones era infumables, desde la óptica constitucional, claro, llega el liante de turno a hacerse el gracioso en la tribuna de oradores del Congreso y a prometer que, a pesar de lo dicho por el TC, aún es posible estirar los límites que ha puesto el Tribunal.

Obviamente, ¿qué seguridad podemos tener con un jefe del Ejecutivo que es capaz de enmendarle la plana a unos juristas que han pasado las de Caín para elaborar una sentencia. Porque, no lo olvidemos, aquí lo que ha salido es una resolución a la carta, que deja descontentos a todos, a los independentistas y a los socialistas, por mucho que ahora los de Ferraz quieran apuntarle al PP un sonoro fracaso. Falso, las tesis conservadoras, en esencia, han sido las que han triunfado. Me da la sensación, y no creo estar muy errado, que se ha intentado pactar un acuerdo de mínimos. Con las elecciones catalanas ahí, a la vuelta de la esquina, no interesaba demorar mucho más las deliberaciones. Desde Moncloa sabían que el recorte del texto articulado era mínimo, pero esencial para que las aspiraciones segregacionistas de los ERC y CiU no se llevasen a cabo.

Eso sí, sorprende mucho el discurso del charnego Montilla, más ultracatalán que nunca, incluso disputándole tal condición a los señores Más y Rovira. Veremos a ver qué sucede a últimos de octubre o principios de noviembre, pero esto pinta a que va a haber un voto bastante repartido y, casi seguro, una abstención importante porque nadie cree ni en unos ni en otros. Normal, la verdad.

1 comentario

Luis Miguel Grandoso -

Tras años de observar lo que ocurre por esta España que nos ha tocado saver es que la política es el arte de interpretar las cosas según me convengan. ZP, y nadie más, fue el que dijo que lo que salga de Cataluña se aprobará en Madrid. Así fue, pero el Tribunal Constitucional está para algo y basta que alguien le envíe un recurso (¿por qué no actuarán de oficio?) para que se ponga manos a la obra. La Constitución de 1978 fue creada a la lumbre de todos los partidos que existían en esa época, incluidos el PSC y CiU, así que lo que cabría preguntarse es por qué no les sirve ahora 30 años después. Una mínima lectura del Estatut original deja a las claras que hay multitud de cosas que no encajan en la Carta Magna y hay que volver a cuestionarse por qué se establecen cosas que no pueden ser constitucionales. Soy de los que pienso de que si los catalanes (sus políticos, porque el pueblo llano y raso parece que va por otros caminos) lo que pretendían era una independencia con permiso de España podrían haberlo planteado de otra manera, porque, otra vez, la Constitución no permite a ninguna región segregarse del resto del país. Los nacionalistas catalanes tomaron por la palabra a Zapatero y creyeron que estaba todo hecho. Pero ni siquiera un presidente del Gobierno puede ir contra la Constitución, más bien al contrario, pues jura que la defenderá y la protegerá. Después de todo el lío del Estatut sólo creo una cosa, que Cataluña es la niña bonita de España y que el resto de autonomías se están cansando de tanta arrogancia y boato. Aquí nadie debe ser más que otro, pero mientras unos piensan que están manteniendo al resto, el resto piensa justo lo contrario. Sería algo así como ¿qué sería Cataluña sin España? y ¿qué sería España sin Cataluña?En la segunda pregunta tenemos una pequeña idea, en la primera tendrán que soperlo ellos... los catalanes.