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Desde mi escaño

Inconsciencia e indolencia

Inconsciencia e indolencia

La mente humana es inescrutable. La elección, la disyuntiva, escoger entre A o B es un acto que sólo responde a unos parámetros tan subjetivos que desprecian, incluso, la posibilidad de fenecer a la hora de decantarse por acometer una empresa para la que ni se está preparado ni se tienen las guías necesarias para, al menos, poder culminar con éxito el camino trazado. Claro que, a veces, también hay que añadir en este potaje la indolencia y la falta de profesionalidad de quienes tienen que velar por aquellos ciudadanos intrépidos e inconscientes.

Toda esta retahíla viene al caso de las conversaciones, ahora desveladas, entre uno de los excursionistas y los bomberos cuando la famosa tragedia de la Galería de los Cochinos, en el norte de Tenerife. Aquel suceso se cobró la vida de seis senderistas de los cerca de treinta que se adentraron en un túnel que, supuestamente, conectaba con el otro lado de la montaña. Lamentablemente, lo único que se encontró fue la muerte y la desesperación durante cerca de 24 horas. El rescate fue muy dificultoso no sólo por lo recóndito del paraje, sino porque además la pésima actitud del bombero que estuvo al teléfono dejó bastante que desear.

Efectivamente, nadie en su sano juicio hubiese emprendido una ruta cuyo organizador se ve imposibilitado para acudir. Aun así, el resto de excursionistas se fía de las indicaciones que éste les da vía telefónica. Craso error. Quienes somos amantes del senderismo, sabemos que cualquier ruta, por muy sencilla que sea y por mucho que se conozca la zona, puede entrañar serios peligros. Y si no se conoce el lugar, mucho más. Estas personas optaron por la imprudencia, máxime cuando la galería por la que transitaron no se correspondía a la descripción inicial.

Fuera de la inconsciencia de estos jóvenes, algunos por encima de los 30 años y a los que se supone un cierto conocimiento y manejo de las situaciones, también hay que poner el acento en la cierta actitud pasota del bombero que atendió la llamada. Tal y como se ha podido demostrar, pierde varios minutos con preguntas y reflexiones bobas. A pesar de que le dicen la zona por donde se encuentra la galería, el ¿profesional? del rescate se empeña en que su interlocutor, al estilo GPS, le dé las coordenadas concretas. No le sirve como referencia que están en Los Silos y que la gente del lugar les puede orientar.

Más de dos horas perdidas desde la llamada hasta la llegada de un primer equipo de reconocimiento. Se dio pie a que las operaciones reales ya comenzasen con la noche encima. A las 18.30, que es cuando comienzan a llegar los efectivos, ya es prácticamente de noche y hasta las primeras horas del día no se tiene conocimiento real del número de fallecidos, entre otras razones porque se pidió discreción a los miembros que intervinieron en la operación. Ellos sabían en todo momento que cuando se adentraron en la galería ya se había producido las primeras muertes, pero la presencia de familiares y amigos de las víctimas invitaba a la cautela para evitar mayores problemas.

En definitiva, tres años después se sabe que la imprudencia de un grupo de adultos al penetrar por un lugar equivocado se suma ahora a la indolencia de un bombero torero que no supo reaccionar, sino que tiró de protocolo, como si en vez de vidas humanas estuviéramos hablando de un lindo gatito que se ha quedado atrapado en un árbol.

1 comentario

Máximo Medina -

Cuando la temeridad y la imprudencia se juntan, el cóctel puede ser explosivo y muy dañino. Es probablemente lo que ocurrió en este accidente de la Piedra de los Cochinos, donde un grupo de jóvenes se adentró en un lugar poco conocido, corriendo muchos riesgos. Por otro lado, Tenerife no está preparada para incidentes de este tipo, porque si bien la preparación de los Bomberos puede ser de alto nivel, eso de andar por galerías, pasadizos o cualquier otra cavidad terrestre es otra cosa, y cada una de ellas distinta. Por otro lado, puesto en el pellejo del bombero que atendió la llamada de socorro, cabe pensar que se tratara de una solicitud falsa, como tantas que ocurren, lamentablemente; y de ahí que preguntas que parecen absurdas o bobas, tengan su punto de veracidad a la hora de valorar. Quizás el plan de rescate no fuera el mejor, pero tampoco se debe olvidar que todo empezó de una manera donde el atrevimiento y la imprudencia se encontraron. Ojalá no vuelva a ocurrir nunca más. Todos saldríamos ganando.