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Desde mi escaño

Zerolismo

Zerolismo

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife precisa de un cambio sustancial. Savia nueva que sepa darle un runbo diferente al adormilamiento que viene padeciendo la capital chicharrera en los últimos años. El Consistorio, la ciudad entera está bajo los efectos del zerolismo, una especie de cloroformo narcotizante, que ha sido capaz de paralizar y frenar cualquier crítica de la oposición e incluso de su socio de Gobierno (el PP), más decapitado que nunca por cuestiones que algún día, eso espero, alguien ofrecerá con todo lujo de detalles.

Pero a lo que iba. El fenómeno del zerolismo, tras 16 años (4 legislaturas) de amojonamiento en la poltrona, no resultará sencillo de sustituir. Es más, cuando el propio alcalde ve que en Coalición Canaria le quieren dar la jubilación (con la posibilidad, eso sí, de ir de número dos al Parlamento de Canarias), entonces se produce la reacción en contra. El primer edil siempre ha manifestado (con la boca chica) sus deseos de mandarse a mudar del Palacio de los Dragos. Pero basta que alguien le ponga la alfombre roja que facilite su salida para que, entonces, sopese permanecer otros cuatro años más. Dos décadas, ni más ni menos.

La presente legislatura de Zerolo se ha caracterizado, especialmente, por la desidia a la hora de arreglar los problemas costeros. La capital ha vivido con el alma en un puño ante el cierre durante cerca de año y medio del Parque Marítimo César Manrique y los líos judiciales en relación con la playa de Las Teresitas.

Posiblemente no exista en todo el planeta Tierra una ciudad con costa que haya mostrado tanto desinterés por su litoral. Los santacruceros han recibido (y lo siguen sufriendo) un trato de tercera categoría a la hora de buscarse su ocio estival. Las Teresitas no deja der ser un recinto artificial cuyo entorno y entrada son un buen ejemplo de lo que pudieron ser las pruebas atómicas en el atolón de Mururoa. El Parque Marítimo sufrió el abandono, entre otras razones, por un quítame allás esas pajas (y alguna que otra falda).

Y como la ciudad no tiene otros problemas, un paro lacerante, miles de ciudadanos agolpados en el comedor del albergue municipal de los Verodes o un cierre constante de negocios diario en las principales arterias, ahora la gran obsesión del alcalde, Miguel Zerolo, es pleitear con el alcalde de La Laguna, el socio independentista Fernando Clavijo, por el futuro estadio del CD Tenerife.

Ahora quieren construir en el barrio lagunero de Taco un gran recinto deportivo para albergar los encuentros del CD Pierderife. Eso, como no basta con el Heliodoro Rodríguez López, ahora otra instalación más, aunque tiene toda la pinta de que los amiguetes constructores de la Fuerza de Canarias pretenden hacer negocios inmobiliarios con los actuales terrenos donde juega el cuadro blanquiazul y que son de titularidad cabildicia donde gobierna, fíjense ustedes, Coalición Canaria.

1 comentario

Máximo Medina -

Si Zerolo se siente cómodo como alcalde de Santa Cruz y quiere renovar su mandato, me parece de lo más normal del mundo. Otra cosa bien distinta sería que la apuesta por volver a ser candidato no sea porque lo desee, sino por otros motivos. Es un político que suele hacer las cosas a su manera y esa actitud no termina de gustar mucho ni siquiera en su propio partido, que le ha buscado sustituto en años anteriores con escaso éxito. Zerolo, guste o no, tiene tirón y mantenerse en el poder tanto tiempo ha terminado por darle unos privilegios que aprovecha mejor que nadie. Acerca de la costa del municipio, no cabe duda de que mucho no se ha hecho y además nunca ha existido una alternativa a la sempiterna Las Teresitas. Sin embargo, en lo que se refiere al paro y los cierres de negocios en la capital, poco puede hacer el alcalde cuando la tragedia se fragua por una brutal caída del consumo, que ha obligado a unos a ir al INEM y a otros a tener que clausurar sus comercios e industrias porque no sacaban ni para los gastos coditianos. En cuanto al estadio del Tenerife, literalmente me quedo de piedra. Con los millones que se ha gastado el Cabildo en el Heliodoro, ahora resulta que puede más la especulación que la tradición. No creo que se atrevan, pero si lo hacen, las urnas dirán la última palabra. Tan seguro como que estamos en una isla muy especial.