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Desde mi escaño

Morir de prepotencia

Morir de prepotencia

Cádiz, Murcia, Alavés, Málaga, Burgos, Córdoba, Oviedo, Castellón, Granada, Rayo Vallecano, Racing de Santander o UD Las Palmas son formaciones con una gran historia tras de sí, incluso muchas de ellas con apariciones en competición europea, y que en algún momento han caído en el pozo de la Segunda División B o han tenido que pasar por el tormentoso proceso de la desaparición o de la refundación para poder subsistir. Su grandeza, en algún momento, les cegó a la hora de ver la crisis que se cernía encima de ellas y el palo de un descenso al pozo del fútbol español fue inexorable.

Tenemos muy frescos los precedentes de Castellón y Murcia, dos equipos hechos el año pasado para lograr, respectivamente, una cómoda permanencia y luchar por el ascenso. Sin embargo, especialmente en el caso de los pimentoneros, comenzaron a perder partidos como si no costara y cuando quisieron darse cuenta de la situación ya habían cedido mucho terreno. De hecho, los de La Plana bajaron con alguna que otra jornada de anticipación y los murcianos se vieron inmersos en la peor pesadilla, bajar en el minuto 95', merced a un penalti en contra ante el Gerona.

Tenerife vive en estas tres semanas de competición oficial un deja vú con respecto al Murcia. El cuadro blanquiazul, confeccionado para el retorno a Primera División, ya ha regalado 12 puntos, los que había en disputa y no sólo es que la empresa del ascenso se aleje, sino que voces autorizadas como Nino afirman taxatívamente que no se puede hablar de estar en la pugna por regresar a la élite si el equipo aún ha sido incapaz de lograr un solo punto. Más claro, el agua.

Por estos lares, lamentablemente, hay quien se cree que está ejerciendo sus funciones en un Real Madrid o en un Barcelona. Miguel Decepción, insistimos, está ausente del día a día del club. Habla a destiempo del entrenador, Gonzalo Arconada, tras el primer partido de Liga y ya le puso el sello de Saimaza a su cese, confirmado tras el varapalo frente al Celta. Este dirigente no se entera ni por activa ni por pasiva que su director de comunicación, Javier Armas Padilla, sigue ninguneando a determinados medios de comunicación. Tampoco parece escuchar la voz de la afición, incluso con claras insinuaciones de que se marche ya.

Ahora mismo, guste o no, debemos mirarnos en el espejo del Murcia. Ver qué sucedió allí hace un año para que, con un plantel de relumbrón, se acabase descendiendo a Segunda B. Muchos no contemplan esa opción, pero el Tenerife ya estuvo inmerso a mediados de los ochenta en esa categoría y ahora el retorno es mucho más complejo que hace tres décadas.

Es claro y meridiano que el apoyo a Arconada se agotó y todo lo que sea poner un relevo en el banquillo urge y de qué manera. No toda la culpa es del preparador, pero ya se sabe que es más sencillo degollar a uno que no a once. Y, por supuesto, nadie pone en tela de juicio que aún no podamos ascender, pero seamos prácticos y vayamos al partido a partido. O, por ejemplo, acuérdense del todopoderoso Atlético de Madrid en su primer año del descenso. Se iba a comer el mundo y en las tres primeras jornadas sumó un cero como una casa

1 comentario

Lewis Rogers -

Estuve el sábado en el Heliodoro, para mi desgracia. El que más y el que menos esperaba una reacción del Tenerife, pero nada más lejos de la realidad. Arconada es uno de esos entrenadores que no debería estar en el fútbol de élite. Sus planteamientos tienen muy en cuenta al rival, pero sólo con la intención de maniatarle, no de buscarle sus fallos. Es un amarrategui y si en el equipo no tiene un delantero rápido, su estrategia no funciona. ¿Se equivocó el Tenerife al contratarle teniendo la plantilla que posee? Pues, sin duda, sí, y las responsabilidades van en primer lugar para el director técnico (¿o es que el ínclito Llorente también va a escapar de ésta?) y el presidente Miguel Concepción. El bloque está descompensado y da muchas facilidades a los oponentes, por lo menos los que visitan Tenerife. El primer problema está en el centro, donde sólo juega con dos hombres, mientras que los rivales traen tres. Esto ocasiona dos inconvenientes: no se ataca con fluidez y se defiende muy mal cuando el contrario roba. Melli será un gran defensa, pero no se entera, no tiene posición en el campo y obliga a Sicilia a ir a la desesperada. En ataque, Nino, el referente, no recibió un solo balón con ventaja y así es imposible luchar y buscar ocasiones. Por último, el detalle del penalti. No es habitual que una pena máxima se lance a la parte alta de la portería. Lo normal es tirar a uno de los palos y bien pegado al suelo. Kome estampó la gran ocasión en el larguero. O esto cambia y rápido, o en caso contrario el sufrimiento de la parroquia será tal que la mayoría optará por la indiferencia. Y esto es lo peor que le puede pasar a un club: que su afición pase de él. Por ello no es de extrañar tanto cántico (Adiós Arconada, adiós; Llorente dimisión y finalmente Concepción, dimisión) en la media hora final. Y tampoco que el fútbol se tomara un descanso ante tanto disparate.