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Desde mi escaño

Ecolojetas y políticos apocados

Ecolojetas y políticos apocados

Mi buen amigo y director de Es Radio Pulso Tenerife, Gonzalo Castañeda, se emputaba (como se dice en Canarias) con los llamados ecologistas o ecolojetas por ese doble lenguaje que tienen en función de si una infraestructura se acomete en una isla o en otra. Todo lo que se hace en Gran Canaria cuenta con la anuencia o, cuando menos, el silencio de los defensores del entorno natural. En cambio, hacerlo en terreno tinerfeño supone una aberración, una atrocidad y hay que ver cómo saltan los colectivos Ven Pa'ca Magec y Patán, enemigos del progreso.

Pero es que es verdad, llevamos más de una década con varios proyectos que cuentan con sus respectivas presentaciones a bombo y platillo, con proyectos que cuentan en muchos casos con las fichas financieras y las ayuditas de Europa y, por una razón o por otra acaban viendo la oscuridad de la gaveta. En cuanto chirrían los del pañuelo palestino, aquí los Melchior, Zerolo, Rivero, etcétera, agachan la cabeza y esconden sus ideas hasta mejor ocasión.

Nadie pone en tela de juicio que vivimos en un territorio limitado, frágil, donde no podemos comernos más terreno porque es que nos saldríamos de la isla o habría que empezar a pensar en la posibilidad de hacer una carretera desde Guía de Isora a San Sebastián de La Gomera. Tenemos un sistema eléctrico que sólo ante la aparición de dos nubes se viene abajo, unas carreteras que están planificadas en algunos casos por Pepe Gotera y Otilio, un puerto de Granadilla afectado en sus trabajos de construcción por el escarabajo tocapelotas o unos trenes del sur y del norte que verán la luz cuando igual ya en otros lugares se pueda ir al espacio como el que toma la guagua para ir de Santa Cruz a La Laguna.

También es verdad que no toda la culpa es del ecologismo. Nuestra clase política, la que gobierna en la isla, es muy apocada, se arruga con facilidad, pero también es una postura que le conviene. Igual no es tan efectiva a la hora de poner en marcha y plasmar sobre el terreno esas ideas. A bote pronto, se me ocurre un ejemplo, los hospitales comarcales de Tenerife. ¿Cuánto tiempo llevan esperando su conclusión, cuatro, seis, ocho años? Volverán ahora con la matraquilla de que en esta legislatura venidera tendremos esos complejos...naturalmente hasta que pasen las elecciones.

Por tanto, a nuestros señores políticos les aconsejaría dos cuestiones fundamentales. Que se olviden del ruido de los altavoces ecolojetas mirándose en el espejo de lo que sucede en Gran Canaria y que dejen esa actitud calimera a un lado y comiencen a ser efectivos de todas todas. Porque, si bien te acobardas porque no te dejan hacer el trenecito, tampoco se trata de perder tiempo en construir algo tan esencial para los ciudadanos como unos hospitales. Que no es de recibo que casi 700.000 personas estén con el riesgo de hacerse varios kilómetros para ingresar en un centro de referencia (y que sea público, claro).

1 comentario

Máximo Medina -

No, hombre no. Aquí ya está todo inventado y no creo que los políticos tinerfeños sean apocados a la hora de acometer cualquier tipo de obra, lo que pasa es que hay una legislación que si pudiera nos devolvería a la cueva. Todos los partidos y los políticos son ecologistas, más que nada porque es una buena imagen. Aparentar que no quiero agredir al medio ambiente, cuando en realidad, a muchos, les importa un pepino es la estrategia. Pero hoy en día no se acometen obras por un hecho esencial que no se debe dejar pasar: estamos en crisis y si por de El gato al agua fuera, jamás saldremos de ella. Tanto ayuntamientos como comunidades autónomas están a un paso de la quiebra y todo se debe a que se acostumbraron a gastar cuando los ingresos eran altos y ahora que son bajos pretenden mantener el mismo nivel de vida. Nos encontramos, aunque la palabra no me hace la menor gracia, en plena reestructuración y hasta que el proceso no concluya estamos más parados que los 4,6 millones que están en el desempleo. Es como si estuviéramos suspendidos en el aire y los presupuestos del pasado jamás volverán, y conseguir los del futuro es el problema y estamos en ello. No tengo un euro y quiero hacer obras en mi casa. Eso traducido a lo público es que sin dinero no hay obras. En eso estamos.