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Desde mi escaño

Fallece un hombre incansable

Fallece un hombre incansable

Día duro para Canarias. El fallecimiento del ex presidente Adán Martín ha supuesto un revés para las Islas que, no por esperado, nadie pensaba que pudiera producirse de forma tan repentina. El antecesor de Paulino Rivero demostró tener una resistencia vital a una enfermedad implacable. En 1999, cuando se le detecta el cáncer, comienza una dura lucha, casi en la intimidad, cuerpo a cuerpo contra la enfermedad.

Es más, Adán Martín fue durante la etapa 1999-2003 el vicepresidente del Gobierno canario y también ocupó la Consejería de Economía y Hacienda. Aceptó ese cargo con la condición de que si el mal iba a mayores, tendría que renunciar a sus ocupaciones. Pero la fortaleza del ex presidente fue superior a los dolores que pudiera sentir. Sus viajes a Barcelona fueron frecuentes, pero también eran realizados de la forma más discreta posible. La tenacidad, las ganas de trabajar de Martín le llevaron a pensar más en el interés de Canarias que en el suyo propio.

Decía hoy la ex alcaldesa de La Laguna y diputada nacional de CC, Ana Oramas, que el único defecto palpable del ex jefe del Ejecutivo era que llegaba tarde a todos los sitios, incluso a su propio fallecimiento, puesto que los médicos que lo atendieron hasta el último segundo habían diagnosticado que su fallecimiento no se extendería más allá de las primeras horas del sábado. Pero Martín decidió prorrogar la espera de la dama de negro durante casi 24 horas más.

Evidentemente, es un tópico hablar bien de alguien cuando ha fallecido y hoy amigos y adversarios políticos de Martín han coincidido en destacar los rasgos que pudieran unirle con el que fuera presidente de Canarias. Es verdad que el ex mandatario regional nunca fue un hombre de grandes titulares para la prensa, no se le conocen andanadas de grueso calibre. Simplemente, se dedicaba a actuar, a ejecutar. No daba avisos.

En 2005, en mitad de la legislatura, donde estaba apoyado por el PP, rompió el pacto de Gobierno. Un sábado de primeros de mayo, donde informativamente nadie lo esperaba, Martín hizo volar por los aires la alianza con los conservadores y un viernes, a última hora de la noche, presentaba el nuevo equipo que le acompañaría hasta mayo de 2007. Así era Martín, alguien con el que cualquier cálculo era imprevisible y que jamás recurrió a los fuegos de artificio para decorar sus acciones.

Tras celebrarse los últimos comicios autonómicos, el ex dirigente quiso retirarse de la vida pública, dedicarse a sus quehaceres privados, a culminar algunos proyectos que tenía pendientes desde entonces, incluso a dedicarle más tiempo a su compañera sentimental y mujer desde hace sólo unos meses, Pilar Parejo. Su vida como político le había restado tiempo para los pequeños detalles, para su vida privada. La pena es que con 66 años, a nueve días de los 67, todos sus sueños personales han quedado truncados.

Sin duda, se va un hombre bueno, afable en el trato personal, independientemente de consideraciones políticas, pero que jamás mostró un mal gesto o una mala palabra. Descanse en Paz y desde estas líneas, por supuesto, un sentido pésame para su esposa, familiares, amigos, allegados y, por extensión, a todo un Archipiélago canario que ha perdido a su primer ex presidente regional.

1 comentario

Luis Miguel Grandoso -

Muchas presentaciones, otras ruedas de prensa y actos de todo tipo. En ellas coincidí con Adán Martín, aunque lo cierto es que no nos 'mezclamos' mucho. Sólo en una ocasión, que yo recuerde, nos sentamos en la misma mesa. Fue en el casino Taoro, donde la Asociación de la Prensa Deportiva de Tenerife celebraba su gala anual. Me pareció una persona amable y sobre todo campechana. No era amigo de grandes historias y quizás su vida política (era considerado un técnocrata) había transcendido a la personal. Allí me confesó que estaba en la vida pública por las metas que se podían alcanzar y que no eran otras que décadas después apuntar hacia las obras ejecutadas en su mandato y poder indicar a sus allegados: "Eso lo hice yo". En sus cuatro años de Gobierno como presidente, Canarias tuvo una etapa tranquila, la que precedió a la crisis, y anteriormente como vicepresidente e incluso más atrás como presidente del Cabildo tinerfeño, siempre fue un político tranquilo (es la imagen que transmitía), pero tenaz. Si se le metía algo en la cabeza no descansaba hasta lograr su objetivo y aunque se le discutiera la consecución del Auditorio de Tenerife (por su elevado coste), no cejó hasta verlo completo, con su blancura exquisita y su ala de pico mirando al cielo. Una cruel enfermedad nos ha dejado, quizás demasiado pronto, sin un hombre tranquilo que siempre llevó en sus manos un excelente diploma: su trabajo del día a día. Paso a paso consiguió para sí y para Canarias muchos logros. Descanse en paz.