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Desde mi escaño

Orgasmo zejatero subvencionado

Orgasmo zejatero subvencionado

Clin, clin, caja. Esto sí que deben ser orgamos y no los de la joven del anuncio electoral del PSOE catalán o los de la errante Nebrera. Me refiero, por supuesto, a lo que nos ha costado a los españoles la emisión por Televisión Española de dos películas de directores del clan de la ceja (o de la zeja). Volver y Mar Adentro, de Pedro Almodóvar y Alejando Amenábar, respectivamente. Más de 1,2 millones del ala, repartidos casi equitativamente. La diferencia es de unos miles de euros más para el creativo manchego, pero las cantidades no dejan de resultar escandalosas, más aún en tiempo de crisis. Pero está claro que ZParo sabe pagar muy bien los favores y los de la plataforma, dicho sea de paso, los cobran a precio prohibitivo.

Independientemente de criterios artísticos, porque es cierto que ambas cintas han logrado cuantiosos premios nacionales e internacionales, la verdad de las cosas es que nadie pone control en ese laberinto cretense que es la Televisión Española. Los criterios que el PSOE traía bajo el brazo a la hora de racionalizar el gasto, de acabar con el déficit o con el sectarismo sólo han sido promesas baldías, proyectos que duermen el sueño de los injustos en la gaveta del algún despacho. ZP ha sabido poner a su servicio esta Televisión Española, amén de los otros peajes que paga a cadenas amigas como La Sexta y todo el imperio mediático de Jaume Roures.

Lo hilarante de este gasto, y que estoy convencido de que saldrán muchos más favores a golpe de talonario indiscriminado, es que el propio ente procedió a cargarse la principal vía de ingresos, la publicitaria, y nos dejó a los ciudadanos soportando toda la carga. De acuerdo que, entendiendo las razones de las televisiones privadas, no vale la doble financiación, vía impositiva y la de los anunciantes, pero es que ese criterio no se aplica en las televisiones autonómicas, y lo único que se está haciendo con nuestro dinero en TVE es despilfarrarlo alegremente en series de medio pelo, en contrataciones absurdas y en despidos menos comprensibles aun. Total, que al final el agujero financiero de la cosa que ¿preside? el señor Oliart compite de tú a tú con el de la capa de ozono, pero nadie en Moncloa se preocupa porque se siguen al pie de la letra los dictados impuestos.

En definitiva, tampoco ya es cuestión de sorprendernos ante las dádivas generosas de un Zapatero que, tal vez, acabe pagando con dinero del Monopoly a sus amigos. Si hace unas fechas Periodista Digital sacaba a la luz pública el generosísimo contrato de la señora Cayetana Guillén Cuervo, a la que por cada programa facturaba 15.000 euros de vellón, 60.000 al mes y 720.000 al año, no es de extrañar que a directores, cantantes y artistas variopintos también reclamen su parte del pastel, a costa, por supuesto, de cercenar espacios de calidad y ‘liquidar’ a profesionales que han vuelto a la nada recomendable institución del pasillo, a la espera de la baja del ‘comisario’ de turno o de que cambie el color político del Gobierno.

1 comentario

Máximo Medina -

Televisión Española y otras muchas empresas, amigas y enamoradas de la pre jubilación, son culpables, en parte, de que las cuentas públicas no cuadren ni haciéndolas a mano. El ente público (?) cedió la publicidad a las privadas por la cara y se financia ahora solo por vía del erario público. Lo que nunca pasó a ser público, transparente y notorio fue el sistema de contratación, que sigue como en tiempos de Franco, pero con tintes tan políticos que nos deja negros a los paganos de turno. Así que no me extraña que los zejateros y los que se pongan por delante aprovechen toas las oportunidades que se les presentan y mucho más si los paganinis con todos los españoles. Carmen Calvo llegó a decir que el dinero público no es de nadie, quizás tenga algo de razón, visto el descontrol que hay, pero en cuanto se posa en una cuenta corriente particular ya pasa a ser de alguien. A veces hasta con el carné en la boca. Menos mal que por lo menos vemos a la selección en alta definición. Algo es algo, porque antes ni eso.