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Desde mi escaño

Bodrios no subvencionados

Bodrios no subvencionados

No he ido a verla y dudo bastante que vaya a acudir a las salas de cine a visionarla, pero si algo he de alabar de Santiago Segura es su independencia con relación al clan de los titiricejas a la hora de producir sus películas. No se trata de un director de cine subvencionado ni apesebrado. Reconoce que sus producciones son más bien rancias, sin fuste, sin argumento, que cada vez se decanta más por los cameos. La gente, pese a la mala publicidad que el propio autor hace, va a verla al cine, se echa unas risas y luego cae en la cuenta de que se ha tragado un bodrio de hora y media, pero bueno, al menos lo ha hecho consciente de que no lo ha hecho forzada, sino por propia voluntad.

Normalmente, acudir al cine a ver una producción de Santiago Segura es como cuando uno acude al campo del Vicente Calderón, sabe que el Atlético de Madrid puede pegar un petardazo, que es lo que tradicionalmente suele ocurrir, pero no va a estar un minuto quieto en su asiento.

Torrente 4 será una de las cintas que en las dos próximas semanas estará en el top ten de las más vistas en España, dejando claro que nuestro gusto cinematográfico no ha evolucionado mucho más allá de aquellas películas del dúo Esteso y Pajares. Tramas sencillas, argumentos inexistentes, desfiles de famosos, desnudos y, sobre todo, mucho vocabulario soez. Lo que sucede, insisto, es que al menos no están subvencionadas. Santiago Segura, eso le honra, nada tiene que ver que el clan titiriceja ni tiene necesidad de hacer el moñas como Concha Velasco, Miguel Bosé, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Ana Belén o Pedro Almodóvar. Más que el símbolo de la ceja, parece el signo de la caja…de caudales, o me subvencionas o te quedas sin poltrona.

Lo que sí tengo claro es que películas del clan de la subvención las va a ir ver quien yo me sé. Con mi dinero estos señores no se van a hacer ricos, ni mucho menos. Un tipejo como Pedro Almodóvar, capaz de decir en público que el Partido Popular quería haber perpetrado un golpe de Estado tras los atentados del 11 de marzo de 2004, no es digno de que siga pululando por la vida sin haberse arrepentido de ello.

Es más, cree que aquello le permitió tener un cheque en blanco y vitalicio con el Ministerio de Cultura y poco después comprobó como siendo una de sus últimas producciones galardonadas en todos los certámenes internacionales, Hollywood incluido, se quedó sin el Premio Goya. Y es que la cultura cinematográfica de España, desde hace algunos años, funciona sólo a base de amiguismos y del culto al inquilino de la Moncloa. El que rechiste…palo y si no que se lo digan a Álex de la Iglesia.

2 comentarios

Agradecida -

Alucino... las películas de este sr, son las más taquilleras. ¿Será un retrato de la sociedad de este país?...Siga así, D. Juan Antonio...¡CON DOS COJONES!.
P.D. encontré su blog por casualidad, buscando información del caso de la casacuna, cuanto me alegro, lo frecuentaré, me gusta mucho. Gracias

Máximo Medina -

NO es que sea un entusiasta de sus películas, pero no dejo de reconocer que Santiago Segura me cae bien. Es un tipo con buena imagen, a pesar que se apoya en lo cotidiano para realizar sus producciones, en especial la saga Torrente. Eso de que sea del Atleti tiene lo suyo, en cuanto a empatía se refiere, pero no es lo más importante. Tiene, eso sí, su amor propio y no depende de que un Gobierno o cualquier entidad pública tenga que subvencionarle para realizar sus películas. Además es como un hombre orquesta, se lo hace todo él mismo y de ahí que si tiene un exitazo o un batacazo asuma sus responsabilidades con la mayor de las naturalidades. Por lo menos, busca realizar productos que interesen al público, quizás por su cercanía, quizás porque ven en sus películas lo que adivinan que ocurre en la realidad. Justo lo contrario que el resto de sus colegas, en su mayoría, que hacer cine para mirarse el ombligo más que para intentar llegar a los espectadores. En España el cine que se hace es más para actores, directores y productores que para el propio público. Así no es extraño que se refleje un divorcio entre la nueva ornada de directores y el que paga la entrada para ver las cintas. Es algo que tiene que cambiar y rápido, porque el cine español no atraviesa por un buen momento, desde hace décadas, y necesita una reconversión total para llegar a ser lo que era: nuestra cinematografía. Ni más, ni menos.