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Desde mi escaño

Caprichos de altos vuelos

Caprichos de altos vuelos

España está en crisis, cinco millones de parados, no sé cuántas familias que no llegan a final de mes ni con el carrito ahorro de Carrefour o los descuentos duros de Lidl y nos enteramos por La Razón de que en el Boletín Oficial del Estado el Gobierno saca a concurso el catering de los aviones de las Fuerzas Aéreas por un valor de 600.000 euros, una cantidad más que respetable por un servicio de comidas que, salvo cuestiones puntuales, no parece que hiciera falta derrochar tanta pasta.

Pero precisamente se trata de eso, de la pasta, y no la de los italianos, precisamente, sino la que nos cuesta a los ciudadanos porque lo indignante (esto sí que es para ponerse delante de la puerta de La Moncloa) es saber que entre los caprichitos de estos vividores está el que haya botellitas, entre otras bebidas espirituosas, de Chivas Regal 12 años. ¿Es que acaso es esencial el alcohol en ese servicio de almuerzo-cena? Pues no, claro que no es vital que nos sableen el bolsillo de esta manera y menos para empinar el codo (que más de uno, con eso de que es solo un botellín, se beben Escocia entera a base de pequeños sorbitos).

Y no sólo es la bebida en sí, que ya es un capricho de los caros. Es que el presidente del Gobierno, los ministros o la Casa Real quieren que haya lomo y jamón ibéricos, langostinos, bollería del día, fruta fresca y fruta pelada y otra serie de exquisiteces que me imagino que llegarán a rematar en el caviar más caro del mundo. ¡¡¡No te cortes, Zapatero, que para lo que te queda de estar en el convento (digo en la garita)!!!

El problema de todo esto es que hemos llegado a un punto de no retorno en la inmoralidad pornográfica de unos sujetos a los que les da lo mismo uno que cien, Ana que la hermana o mezclar peras con manzanas. Te imponen unos recortes brutales, la ciudadanía hace todos los esfuerzos posibles por combatir la crisis (cierto es que ‘obligados’ desde el Gobierno y de la soberanía parlamentaria) y luego llegan estos desahogados y, como si no costara, a pedir de lo más caro, de lo que posiblemente muchos de ustedes y de quien suscribe esta modesta tribuna no llegará a catar en la vida.

Evidentemente, hay muchas personas que no toleran estas actitudes y menos aún que las hagan públicas sin que se les caiga la cara de vergüenza. Me toca mucho los pies, Baldomero, que un jeta como Zetaparo se ponga a pensar en resolver los problemas de España a 20.000 pies de altura, saboreando un rico jamón ibérico, disfrutando del aroma de un mango y luego apurando hasta la última gota del Chivas de 12 años. Es que no tienen sutileza ni tampoco a estas alturas esperen que la vayan a tener. No en vano, esa no se adquiere en ningún cátering.

1 comentario

Máximo Medina -

El caso que usted presenta aquí es una prueba más del divorcio existente entre la vida oficial (pública) y la real. Y después son tan caraduras que nos dicen a los ciudadanos de a pie que tenemos que apretarnos aún más el cinturón, cuando algunos no tenemos ya ni cintura ni tampoco cinturón. Eso sí, los prebostes de todo tipo andan con tirantes y en sus casos no es necesario apretarse nada. Lo que pregunto es qué hacen con la cantidad de cocineros, pinches y demás que trabajan para el Estado, si luego hay un servicio y se lo solicitan a un cátering (horrible palabra por cierto incluso hasta con acento). El rostro de algunos que dicen ser autoridades por designio popular es de cemento armado. Y sin aluminosis.