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Desde mi escaño

La salida de Camps llega tarde

La salida de Camps llega tarde

¡Vaya jornadita y algunos que se la querían perder! Francisco Camps dimite como presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia y lo hace como un sacrificio y una muestra de lealtad hacia el líder nacional, Mariano Rajoy, para que el PP gane las elecciones generales y pueda gobernar en España dentro de unos meses. El gesto le honra, pero llega tarde, con más demora que un avión de Air Madrid o de Air Comet, básicamente porque son compañías que no existen ya. Voluntaria o involuntariamente, el ya ex mandatario conservador le ha hecho un daño de muy difícil reparación a los intereses de la región que hasta la fecha estaba presidiendo.

Me explico. Igual que los acólitos de turno han pedido la presunción de inocencia para el libertino y primitivo Casimiro Curbelo, ex senador socialista que aún no ha dimitido como presidente del Cabildo de La Gomera, es sorprendente que con Francisco Camps siempre se haya puesto el dedo acusador por el dichoso affaire de los trajes sin que hubiese todavía un fallo judicial. Es más, éste aún no ha tenido lugar, pero eso es lo de menos. Lo que sí es cierto es que el político del PP nunca tuvo que presentarse a la reelección. Apenas lleva un mes en el cargo y ahora deja la Comunidad Valenciana con un vacío de poder y la sensación de una estafa a los votantes que confiaron en Camps, no en el sustituto que se coloque ahora para toda la legislatura, de la que apenas se habrá consumido el 2%.

Muchos me dirán que ya es un gesto inusual el que un político dimita de su cargo y sí, por supuesto, hay que valorarlo en su justa medida, pero tampoco olvidemos que la amenaza de la Justicia pendía desde hace tiempo sobre la cabeza de Francisco Camps, que pesos pesados del PP como Esperanza Aguirre o María Dolores de Cospedal habían advertido sobre el riesgo que suponía concurrir a las urnas con esa espada de Damocles sobre la cabeza. Es un hecho irrefutable el triunfo electoral del candidato conservador, pero, ¿para qué? ¿para esto, para tener que dejar su puesto apenas iniciada la nueva andadura? Esto no es serio ni riguroso.

Las palabras de Camps en la rueda de prensa sobre su inocencia pueden ser creíbles, pero es evidente que a los ciudadanos normales, los de a pie, nos choque esa contradicción. Si alguien tiene la tranquilidad de tener las manos limpias, ¿por qué deja el cargo? Desde luego, la decisión del ya ex presidente levantino se presta a muchas lecturas y ninguna de ellas puede tener una conclusión positiva. También es verdad, añado yo, que si estuviese restringidos los mandatos a dos legislaturas el pueblo valenciano, como el de cualquier otra comunidad o el de España, no tendrían que estar pasando por este bochorno, de momento mediático y ya veremos a ver qué dictaminan los tribunales.

1 comentario

Máximo Medina -

En mi caso, la sorpresa ha sido mayúscula, porque en todo momento el propio Camps había dicho que nunca iba a dimitir y ahora por un quítame allá un juicio, al caballero le entra el telele y hace lo que tenía que haber hecho hace meses. Incluso no debía haberse presentado a las elecciones, porque tras revalidar la mayoría absoluta su electorado se habrá quedado, como yo, con un palmo de narices, porque se vota, por mucho que se diga, al cabeza de lista y si éste al mes toma las de Villadiego, me da la impresión de que ha existido un pequeño 'fraude'. Yo doy mi confianza a uno y resulta que el que manda es otro, al que muchos ni siquiera conocerán. Eso sí, su asunto judicial se enreda aún más, porque ahora al no ser aforado, no tiene por qué ser juzgado por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia, sino por un juzgado ordinario, vamos pienso yo. Así que si mi teoría es cierta, traspaso de papeles a otra sede judicial y vaya usted a saber en qué para todo el asunto. Dimitir en la política española es muy raro, más que un perro verde, pero sospecho que hay algo raro en el trasfondo, porque no me creo que Camps se vaya a su casa y aquí paz y en el cielo, gloria. Si Rajoy intervino en todo el asunto, no se me quita de la cabeza que en un futuro pueda formar parte de su Gobierno, si gana las elecciones. Y, claro, si sale indemne de su cita con la Justicia. Son dos condicionales, pero ambos, tal como están las cosas, factibles.