Blogia
Desde mi escaño

Café con porras

Café con porras

¡Por fin! Ya era hora. Más vale tarde que nunca, pero por fin la Policía comienza a poner las cosas en su sitio. Esta panda de elementos piojosos, malolientes, abyectos, subversivos, antisistemas, vagos por excelencia, caraduras de profesión y tranquistas profesionales ve como el chollo de jeringar la vida de los ciudadanos normales y corrientes se les acaba. Cierto es que nunca se les debería haber concedido tales prebendas, que desde el minuto uno a estos sujetos tendrían que haberles desmontado el infecto campamento de Sol y de otras ciudades. Nada de contemplaciones, a porrazo limpio si así fuese necesario. No es posible que cuatro mangutas se crean con el derecho de alterar la vida de una ciudad para reivindicar no sé que chorradas, porque eso es lo que llevan haciendo desde el 15 de mayo, clamando por naderías.

Como madrileño considero que ha llegado el momento de decir basta, que esto se acabó, que si aquí tiene que haber un grupo de indignados de verdad son los comerciantes de Sol y de las calles aledañas que llevan tres tardes consecutivas viendo como la caja registradora se queda a cero porque no entra nadie a sus tiendas. La Policía ha tenido que acordonar la zona, los trenes de Metro y Cercanías no paran en la estación de Sol, los turistas andan más perdidos que un pulpo en un garaje, no entienden qué está pasando y mientras un grupo de chinches con dos piernas pasean calle arriba y calle abajo con pancartas del peor gusto posible y hasta amedrentando a las personas que los miran mal, cosa que no me extraña, porque es que las pintas que llevan son para eso, para mirarlos…pero con el mayor de los ascos y de los desprecios.

Ahora estos mangantes y estos jetas de la buena vida sin dar un palo al agua se han propuesta reventar la Jornada Mundial de la Juventud. El jueves en la tarde, en plena calle Preciados habría un grupo de unas cien personas con pancartas y lemas totalmente deleznables. Lo más bonito que le decían a Benedicto XVI es que se fuese de botellón, que la calle no era suya y que era un violador y un pederasta. Lo curioso de todo es que esta gentuza, porque además no merecen otro calificativo, aún no han reclamado un empleo, reivindican generalidades, obviedades supinas, pero nada de propuestas concretas. Sólo saben romper cosas y sistemas, quieren imponer sus normas, por muy absurdas y disparatadas que sean.

Por suerte o por agotamiento máximo de la paciencia policial, a quienes ayer jueves les empezaron a romper su cara…dura fue a ellos. Ya estaba bien de burlas, de chanzas, de creerse que los policías eran meros monigotes de feria que se colocan ahí para ser estigmatizados. Pues no, la ley y el orden tienen que imperar necesariamente y, evidentemente, la compulsión sobre las personas ha de ser el último recurso, pero es que con una panda de impresentables era la única solución posible. Seguro que más de uno ya no va a querer desayunar café con porras…al menos por un tiempo. Incluso, es posible que a alguno le hayan colocado las neuronas en el sitio correcto.

1 comentario

Máximo Medina -

El denominado movimiento del 15 de mayo pasó de ser un asunto con tintes reinvidicativos a otro de orden público en cuestión de días, horas, incluso, si me apuran, porque todo se torció muy rápido. Se puede protestar, se puede hacer cualquier cosa que esté dentro de la ley, pero eso de que "nos quedamos aquí porque la plaza (o cualquier otro lugar) es nuestra, eso no entra dentro de ningún ideario ni acto político. Lo sorprendente, a nivel de imagen, fue la respuesta de la policía a todos estos actos. Mientras el ministro era fulano, nada de nada, en cuanto cambió el titular de Interior, pues se tomaron las lógicas medidas que caben en cabeza humana. Esto, ¿cómo se podría interpretar?, ¿cómo un guiño a laguna parte? Sea lo que sea, la situación creada por los integrantes del 15-M debió haberse resuelto mucho antes, más que nada porque la imagen dada al mundo terminó siendo bastante perjudicial. Una cosa es reivindicar y otra tomar cosas como si fueran de uno.