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Desde mi escaño

Retorno al pasado

Retorno al pasado

La solución del PSOE pasa por Felipe González. No, no es ninguna broma. Fuentes generalmente bien informadas y que saben cómo se mueven los hilos en Ferraz ya especulan con la posibilidad del retorno del que fuese presidente del Gobierno de España durante 14 años para que liderase el partido tras el previsible batacazo que se dará el socialismo el 20 de noviembre. No se considera la posibilidad de presentarlo posteriormente como cabeza de lista, pero tal y como se van poniendo las cosas en el PSOE no descarten ustedes que acaben rescatando del olvido a Sáenz de Cosculluela, Corcuera, Alberó, Vera, Solchaga, Boyer, Guerra y toda la patulea de auténticos mamuts que aún campan por el cementerio de la zurda.

La posible vuelta de González a primera línea de la escena política supone, siendo serios, un verdadero insulto a la inteligencia de las personas, una mala broma de este mes de octubre. El político sevillano está más caduco que las hojas de los árboles, hace tiempo que dejó de interesarse por la situación del partido y mucho más por lo que pasa en España. A él la crisis se la trae al pairo. Bastantes ocupaciones tiene ya con sus joyas, sus procelosos negocietes y su intensa vida social. Lo que sucede es que al ‘Abuelo Cebolleta’ le encanta ser el rey de todas las salsas y disfruta siendo el punto de referencia.

De todas maneras, siendo serios, nadie en su sano juicio puede creer que Felipe González sea la salvación del PSOE. Estamos hablando de un pasado sumamente oscuro, con los escándalos de los Fondos Reservados, el Gal, Filesa, Malesa, Time Export, Ibercorp, Cruz Roja, BOE, el escándalo de Luis Roldán, escuchas telefónicas a media España, etcétera, etcétera. La vuelta de este socialista histórico sería poco menos que recuperar a Franco del Valle de los Caídos (aunque eso ya lo ha hecho a la perfección el propio Zapatero).

Lo que debería hacer el PSOE en estos momentos, una vez se confirme el batacazo en las urnas, es hacer una limpia de las que crean escuela, al estilo de lo que en su momento hizo José María Aznar en el PP, quitar a gente incapaz de aportar nada y prepararse durante una o dos legislaturas para ser luego una verdadera alternativa de Gobierno, pero sobre todo que los ciudadanos, al igual que pasa en otras naciones, no notemos en puridad la diferencia entre unas siglas u otras y, lo más importante, que haya una responsabilidad institucional que haga que la idea de España prevalezca sobre los intereses particulares y mezquinos. Con González, sinceramente, sólo tendríamos mayor nivel de crispación.

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