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Desde mi escaño

¡Qué chapen las autonomías!

¡Qué chapen las autonomías!

No va a tener el nuevo Gobierno que entre mejor oportunidad para cargarse las autonomías, pero no por una cuestión de orgullo, de poderío o de prepotencia, sino porque es tal el nivel de endeudamiento al que han llegado que es imposible mirar a alguna y no encontrarte con sorpresas. Es verdad que siempre habrá excepciones y lugares como Navarra o La Rioja, por ejemplo, donde igual no se ha producido ese auténtico dislate, pero sabemos que en cuanto haya gobiernos bipartitos, como ahora mismo acontece en la región de Yolanda Barcina, al final siempre se acaba metiendo mano al presupuesto para contentar todas las voluntades políticas.

La lista de despropósitos es más larga que un día sin pan o que la esperanza de un pobre, pero a bote pronto tenemos despilfarros en las televisiones autonómicas que, además, no se frenan aunque eso vaya en detrimento de la sanidad pública y se consienta la muerte de una persona en Cataluña porque determinados hospitales no abren por la tarde. Se hunden cajas regionales como la de Castilla La Mancha o la CAM Valenciana y aquí nadie asume sus responsabilidades. Es más, a poco que te descuides, incluso te piden indemnizaciones o se ponen a la cola del paro para cobrar el subsidio correspondiente.

Luego tenemos una suerte de embajadas y oficinas autonómicas que no sirven para nada, a excepción hecha de los sueldazos que se llevan a final de mes. Así tenemos luego episodios chuscos como la de aquella pareja de turistas que en Egipto pretendían ser atendidos por la embajada de los Países Catalanes. A una pirámide les hubiese mandado gustosamente, más que nada para que acabasen momificados esperando la independencia y que Cataluña fuese ya nación.

Y no sólo eso, tenemos compras de coches de alta gama a cargo del presupuesto, departamentos varios que sólo triplican y cuatriplican competencias, enchufados varios que no hacen absolutamente nada, estudios sobre las más obtusas y abstrusas cuestiones que uno pudiese imaginar, cuerpos policiales autonómicos como el canario que no sirve para nada porque, además, se creo a sabiendas de que no podría asumir las mismas funciones que la Policía Nacional o que la Guardia Civil. Eso sí, el coste viene siendo similar al de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.

En fin, ahora es el momento de echar el cierre, la cancela y tirar la llave para acabar con las autonomías y, de paso, con determinados ayuntamientos que tampoco han cumplido su función y sólo han servido para que determinados alcaldes y concejales se enriquezcan de manera totalmente inmoral. Sé que ni Rajoy ni Rubalcaba se atreverían a meterse con las autonomías para no levantar suspicacias, pero a la larga, por cuestiones económicas y de funcionamiento, nos iría mucho mejor, especialmente en sanidad o educación, los dos grandes lastres de los últimos años.

1 comentario

Máximo Medina -

Un principio pienso que se puede acabar con las autonomías, más que nada porque precisaría cambiar la Constitución y derogar todas las leyes de transferencias, así como los Estatutos. Lo que sí es hora ya de ejecutar es la racionalidad de las llamadas comunidades autónomas. Eliminar todos los cargos duplicados y conseguir, de una vez por todas, la cercanía de la Administración a los contribuyentes. Si los políticos no han realizado esa racionalización administrativa hasta ahora, sus razones tendrán, pero en ningún caso se puede culpar a los ciudadanos de un trabajo que ellos no pueden hacer.