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Desde mi escaño

Cobardía a bordo

Cobardía a bordo

Reza la ley marina o marítima (la verdad nunca me ha quedado claro el termino) que en caso de naufragio las mujeres y los niños deben ser los primeros en ser rescatados. Eso ha pasado en el Titanic y hasta en la chalupa mas arcaica que exista allende los mares. Sin embargo, visto lo acaecido este fin de semana, queda claro que algunos creen que la norma esta para saltársela. Da lo mismo ser el capitán del navío, si el barco se hunde, el salta primero.

Lo cierto es que el Costa Concordia, el crucero que se ha hundido este fin de semana frente a las costas italianas ha sacado a la superficie la cara mas siniestra del comportamiento humano, un auténtico capitán araña al cargo de una embarcación que ha dejado colgado a pasaje y tripulación a las primeras de cambio.

Este sujeto, a Dios gracias detenido, dejó a su suerte las miles de vidas que en ese momento estaban a su cargo, personas que vivieron una tremenda situación de pánico ante un barco que zozobraba a estribor y babor sin que se diesen ni las oportunas ni las correctas explicaciones. Y encima, para colmo de males, llega un momento en que la luz se corta y el sálvase quien pueda fue la regla vigente.

Lo que queda claro, al margen de la actitud cobarde del capitán, es que tampoco tenía una  carta de navegación actualizada porque una roca, que yo sepa, no surge de las profundidades abisales de hoy para mañana. Esperemos que este sujeto quede a buen recaudo y, sobre todo, que no le dejen ser capitán ni en la bañera de su casa.

2 comentarios

E. Vinent -

Si a todo lo expuesto añadimos el nuevo dato de que lo salvado por dicho capitán como prioridad máxima fueron un par de bolsas repletas de dinero, no sé en que lugar queda ante la justicia. De todo lo leído y datos que van saliendo a la luz sacamos la conclusión que era demasiada gorra para tan poca cabeza.

Máximo Medina -

Conocía el accidente del crucero, pero apenas sabía nada de la actitud del capitán del buque, al cual se le va a caer el pelo cuando sea juzgado, porque no se puede dejar a todos los pasajeros al pairo de lo que pudiera ocurrir. Es raro hoy en día tropezarse con un accidente marítimo, pero si sucede lo menos que se puede hacer es afrontarlo con gallardía y valentía, tomando las decisiones oportunas según las circunstancias. Salir el primero y que me quiten lo bailado no parece lo más apropiado.