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Desde mi escaño

La estrella estrellada

La estrella estrellada

Resulta curiosa la polvareda que se ha montado en torno a la inhabilitación del juez Baltasar Garzón. Los mismos que en su momento callaron cuando el magistrado Gómez de Liaño tuvo que beber el mismo amargo cáliz por su intento de procesar al malogrado Jesús de Polanco, son ahora los que salen a la calle y se concentran frente al Supremo para reclamar Justicia, pero, ¿qué Justicia? ¿la que sólo responde a sus intereses?

Bueno, entonces estaríamos hablando de cualquier otra cosa, menos de Justicia, porque aquí no podemos calificar las cosas en función del resultado que den. Si el veredicto es correcto, según unos parámetros ideológicos, entonces los jueces son la repera; pero si éste no sale como se había pensado, entonces los juzgadores están mediatizados.

Evidentemente, el juez Baltasar Garzón tuvo sus momentos de gloria, parecía revelarse como un magistrado con ganas de trabajar, de buscar justicia, de intentar acabar con las tramas etarras, con el clan de los narcotraficantes y con los pelotazos corruptos de un PSOE gonzalista que iba de mal en peor.

Sin embargo, el punto débil del superjuez, cada más más acostumbrado a la presencia de medios gráficos en la puerta de la Audiencia Nacional, era ese divismo, ese ego, esa vanidad enquistada en su ADN que le hizo caer en las manos del propio presidente del Gobierno para no sólo hacer campaña en las elecciones de 1993, sino para ocupar un puesto en el organigrama ministerial, pero un puesto menor del deseado (que era o bien ministro de Justicia o de Interior).

A partir de ahí, cuando ya se contamina, políticamente hablando, empiezan los tumbos de Garzón al que, insisto, ser director del Plan Nacional contra las drogas no le llenaba y acabó dando el portazo en Moncloa para volver a abrir la de la Audiencia Nacional. Empezó a sacar trapos sucios y a saldar cuentas pendientes con el felipismo. Desde ahí, todo ha sido meterse en una causa tras otras, con paréntesis de conferencias y cursos cuando la cosa pintaba fea, hasta que al final entre la Gürtel, el franquismo y un problema con la financiación de unos cursos en la Ciudad de los Rascacielos han hecho caer estrepitosamente la estrella de un juez que iba para brillante y que al final se quedó en un ser más bien turbio tirando a opaco.

2 comentarios

Máximo Medina -

Ni egocentrismo, ni juez estrella, ni grandes y sonoros trabajos en la judicatura. No, al señor Garzón no se le juzgó por eso, sino por otra bien distinta que es "obrar mal a sabiendas". El ordenar las escuchas de abogados y clientes en la prisión está expresamente prohibida por la legislación española y sólo se permite en casos de terrorismo. Eso, cualquier juez lo sabe y si lo desconoce no le exime de cumplirlo. Es una forma de proceder tan grave que muchos de los golfos de la Gürtel podrían aprovechar el desliz para eliminar pruebas en su contra.

P.D.: Al señor Sánchez de ahí más arriba le diría aquello de ¿quién es la ONU para investigar nada de nadie? Ah, sí, es un organismo que decide un montón de cosas y luego llega una superpotencia y las veta según le vaya en el asunto. Además, en el caso del franquismo, ¿qué hay que investigar? ¿que fue una guerra fratricida en la que todos perdimos? Si es eso, que investigan todo lo que quieran, porque parece evidente que no van a poder acusar a nadie de nada, por la sencilla razón de que todos pasaron a mejor vida. A ver si un día la ONU pide investigar la guerra que dio lugar a Estados Unidos. Sería de risa.

Agustín Sánchez -

http://www.publico.es/espana/421451/la-onu-da-la-razon-a-garzon-y-pide-investigar-el-franquismo
http://www.publico.es/espana/421520/juristas-denuncian-la-caceria-contra-garzon
Todos sabemos que esto ha sido una cacería, ni el juez que sustituyó a Garzón ni el fiscal han sido juzgado por lo mismo que condenan a Garzón.
Una cortina de humos para no hablar de la reforma salarial y de los recortes de los derechos cada vez más mermados de los trabajadores.