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Desde mi escaño

El partido de cuatro (los de siempre)

El partido de cuatro (los de siempre)

Que los partidos políticos son un club más que privado, eso ya es una ley universal. Las formaciones se han convertido en cotos cerrados, marmóreos, aislados de toda realidad social y hasta han llegado a convertirse en entidades cuasi oficiales, auténticas instituciones en la sombra, hasta el punto de no saber realmente cuando un mensaje lo está lanzando el presidente del Gobierno o el presidente / secretario general del partido equis o y griega, es decir, para el caso, Partido Popular y PSOE.

 

Lo cierto es que este pasado fin de semana celebraron en Sevilla los popes del PP su cónclave congresual, una suerte de happening donde, a diferencia del funeral valenciano de 2008, en esta ocasión, 2012, ha sido como la gran fiesta, los parabienes (y para mejores) con los que han obsequiado a Mariano Rajoy. Los puñales (y las puñaladas) esta vez se han quedado no ya a las puertas del congreso, sino en cada región. Aquí de lo que se trataba era de ver qué cargos dentro de la organización se iban a repartir, con lo que todos asumieron la tesis del insigne Alfonso Guerra, el que se mueva, no sale en la foto. 

Y aquí viene el cogollo, la madre del cordero del asunto, ¿acaso los partidos no tienen gente sobrada y preparada para evitar, de tal modo, que siempre tengan que ser los mismos los que copen los principales cargos, máxime cuando estamos hablando de personas que ya tienen otras responsabilidades de mayor calado? 

A mí, el hecho de que Mariano Rajoy compatibilice la Presidencia del Gobierno de España con la del PP o que María Dolores de Cospedal tenga que seguir al frente de la Secretaría General de Génova 13 y a la vez compatibilizarlo con la Presidencia de Castilla-La Mancha es algo que me produce sorpresa a la par que indignación porque al final dos cargos implica tener que desviar la atención en ambos y precisamente gobernar España o una región como la castellanomanchega no es tarea fácil, implica demasiadas horas como para encima meterle de propina los asuntos propios del partido. No tiene sentido. 

Pero bueno, esto es lo que quieren los afiliados, los compromisarios, visto lo visto en ese cónclave sevillano. Sin embargo, cuando se ve todo con perspectiva o desde el análisis de ciudadanos que no pertenecen a ninguna organización política, ven con claridad que conciliar ambas funciones es de locos, no hay tiempo material. Pero si la gente se escaquea de ser presidente de la comunidad de vecinos porque alegan que absorbe demasiado tiempo, ¿qué se puede esperar de alguien que tiene que llevar las riendas de España y a la par dirigir el Partido Popular? Algo no me cuadra.

1 comentario

Máximo Medina -

Amigo Velarde tiene usted más razón que un santo, pero olvida un extremo que se ha hecho ley en los partidos políticos (y otas instituciones): el poder en pocas manos, cuantas menos, mejor. No olvide usted por ejemplo a Coalición Canaria, donde los cargos no están duplicados, sino triplicados e incluso más. Soria, sin ir más lejos, sigue siendo presidente del PP canario y a la vez ministro. Tiene tiempo para todo, pero es que no puede ser de otra manera. Justo estando en el Gobierno es cuando el PP debería haber definido claramente qué es el Ejecutivo y qué el partido, pero es demasiado complicado. Para ellos, claro, que no sueltan una rama ni aunque tengan agarrada la siguiente. En eso hasta los primates nos superan, que ya es mucho.