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Desde mi escaño

Cuarto año del atropello en La Gaceta de Canarias

Cuarto año del atropello en La Gaceta de Canarias

Hoy hace exactamente cuatro años que La Gaceta de Canarias ponía proa al marisco, rumbo a una historia segura de defunción. Un empresario con menos principios que finales, llamado Fernando Peña (acompañado de la comparsa Elena Darias), tomó, posiblemente, la peor decisión de su vida, que fue cercenar los derechos de los trabajadores dejando fuera al comité de empresa. Eso sí, muy valiente él (léase como una ironía) no fue capaz de ponerse delante de la puerta del nuevo local que ocupó el rotativo tinerfeño y mandó cual cancerbero al entonces director, Joaquín Catalán, para que impidiese el paso de los miembros del comité al edificio.

Desde ese 1 de marzo de 2008, el futuro de La Gaceta de Canarias quedó sentenciado, sobre todo porque el empeño de un empresario, que de periodismo entendía menos que una universidad de analfabetos, en hacer las cosas a su manera, es decir, por las bravas y porque a él le sobraba el dinero (sic), hizo que el proyecto prometido a cinco años acabase reducido a poco más de cinco meses.

Lo curioso es que desde que a este caballerete se le interpuso la primera denuncia en los juzgados, han pasado 1.460 días sin que la Justicia haya resuelto definitivamente el conflicto. Es más, cuanto más se indaga, más porquería se encuentra, más trabas judiciales para solventar el caso, para sacar a la luz la verdad de los hechos. Durante este tiempo se ha visto de todo, hasta juzgar de diferente manera dos hechos idénticos, a un trabajador se le reconocía la antigüedad y a otro no, entuerto que luego tenía que acabar deshaciendo el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.

La verdad es que ya somos muchos trabajadores que, sin olvidar la pasta gansa que este empresario de la harina y el ladrillo nos adeuda, estamos a otra cosa, en otras ocupaciones profesionales, pero desde luego no vamos a perdonar un solo euro. Fíjense que aunque sea solamente por una cuestión de orgullo, no me importaría esperar dos o tres años más a percibir las cantidades que este sujeto me adeuda con tal de que sea él y sólo él quien pague su inconsciencia. Bastante jodido de dinero anda el FOGASA como para que encima le sigamos esquilmando lo que, además, ya no tiene.

4 comentarios

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MIGUEL LEAL -



Cuarto año del atropello en La Gaceta de Canarias

Máximo Medina -

Por lo que supe en su momento y lo que leí en diferentes páginas y blogs aquello más que un atropello fue un accidente con un montón de víctimas, todas inocentes. Quizás, por no estuve dentro el meollo de la cuestión, estemos ante un típico caso de empresario de un ramo metido en otro del que no tenía la menor idea. Aunque parezca increíble sucede mucho, porque uno se queda con la mosca tras la oreja al comprobar que un negocio que marchaba a las mil maravillas es traspasado e inmediatamente se convierte en un desastre total. Pese a ello, el caso de La Gaceta es más sangrante al tratarse de un medio de comunicación, que además convivía con otro rotativo de tirada nacional como El Mundo. Es decir que un periódico no es un bar que cierra por falta de clientela es mucho más que eso. Lo que no termino de entender es que el tal Fernando Peña ha sido condenado en multitud de juicios laborales y nadie haya visto un euro en el transcurso de todo este tiempo. Parece evidente que en los procesos judiciales falla algo, porque si las condenas no significan nada para el condenada, pues ya me dirán. Lo único que deseo a todos los que resultaron perjudicados en ese cierre es que, al menos, perciban las cantidades recogidas en las sentencias. Sencillamente, porque es de justicia.

Luis Miguel Grandoso -

Cuatro años y parece que fue ayer, cuando en unión de otros dos compañeros nos prohibieron la entrada a las nuevas instalaciones del periódico junto al estadio Heliodoro Rodríguez López. Al final van a tener razón los argentinos con eso de que veinte años no es nada, pero estoy seguro, y además lo deseo fervientemente, que el empresario y sus adláteres acabarán pagando las tropelías que materializaron en un periódico que sobrevivía a pesar de todo. Claro que con una nefasta gestión económica por parte del jefe es imposible sacar adelante cualquier proyecto y mucho más cuando los que le advirtieron de la metedura de pata abandonaron el barco antes que nadie. Las ambiciones y sueños se fueron al limbo en cuanto este sujeto se hizo con las riendas de La Gaceta, porque con el anterior, sin ser un dechado de virtudes, más mal que bien aguantamos los embates y eso que pasamos las de Caín. Cuando alguien pretende correr con un 600 pero con el motor de un Ferrari (¿o era un Mercedes?) pasan estas cosas. Lo malo, lo pésimo es que alguien sea juzgado y condenado tropecientas veces y al final aquí no pasa nada. Pues espero que sí, que pase: porque además se lo merece. Por cierto, Velarde manda una de relleno en la 18 que no sale en la rotativa. Y otra de gambas...