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Desde mi escaño

La cultura del esfuerzo

La cultura del esfuerzo

Clarito y sin cortapisas. Así se ha expresado el presidente de Mercadona, Juan Roig, que, como no podía ser de otra manera, ha vuelto a dar en el clavo a la hora de detectar los problemas que aquejan a la economía española. En esta ocasión, el problema se centra en la falta de esfuerzo de la que adolecen algunos trabajadores, sobre todo aquellos que tienen una pequeña tienda y que siguen viviendo bajo la égida de esquemas de hace 30 años y hoy, desgraciadamente para ellos, la vida ha dado un giro sustancial y, o te pones la pilas, o te comen la tostada.

El caso es que el siempre atinado empresario valenciano no ha tenido el más mínimo reparo en confesar su admiración por la cultura del esfuerzo que desarrollan los chinos que regentan bazares en España, de quienes ha dicho que aprende mucho. Roig ha señalado que en España existen 7.000 bazares chinos y que cada vez hay más porque hacen una cultura del esfuerzo que no hacen los españoles. Asegura que hay un gran comercio en España por gente muy admirable. Nosotros tenemos admiración y aprendemos mucho de ellos.

Es evidente que en una situación de crisis por la que actualmente atravesamos, en España hace falta el famoso pico y pala de Esperanza Aguirre, habrá que echarle horas al asunto, pero no desde una perspectiva contemplativa, qué va, sino con el espíritu y el ánimo preparados para meternos de lleno en el fango, para trabajar a destajo, para sacar adelante un país que precisa de esfuerzo y de sacrificio que, además, contribuya a recuperar los más de tres millones de puestos de trabajo que se perdieron en el último lustro. La empresa no es sencilla, pero si nos quedamos sentados, menos fácil lo será aun.

Es verdad que quienes tenemos la oportunidad de vivir cerca de un comercio chino (¿y quién no lo está a estas alturas?) sabemos del sacrificio que hacen, de jornadas que frisan las 18, las 19 y hasta las 20 horas, si me apuran. Los más estrechos de mente ya ven en los chinos una competencia desleal, gente a la que hay que echar porque tienen horarios que son inasumibles para el resto de comerciantes. Sí, claro, es comodísimo echar el cierre de dos a cinco de la tarde, pero eso se podía hacer cuando no había nadie que te pudiese hacer sombra. Los tiempos y las formas han cambiado. Ahora no se le impide a nadie que descanse, pero sí que tenga la certeza de que en esas tres horas de asueto habrá unos chinos dispuestos a sacrificarse. ¿Por qué no hacemos nosotros lo mismo?

1 comentario

Máximo Medina -

Amigo Velarde se ha pasado usted unos cuantos pueblos y alguna que otra provincia. ¿Que quiere usted, que imitemos a los chinos? ¿Por qué no nos imitan ellos a nosotros, que estamos en nuestro país, y atienden a nuestras tradiciones y costumbres? Hombre, lo único que faltaba ya es que sean los de fuera los que nos digan que tenemos que hacer en nuestra casa. Además, al señor Roig, con su admiración por la cultura del esfuerzo, se le fue la pelota, porque luego sus centros son los que cierran todos los días de fiesta y todos los domingos. Osea que tipo americano, digo una cosa, pero hago otra. Pienso que a Juan Roig le traicionó el subconsciente: una cosa es lo que es y otra la que él quisiera que fuera. Teniendo en cuenta que es uno de los empresarios que más ha ganado en plena crisis, creo que callado estaría más guapo. Al fin ya al cabo Roig y Mercadona son sólo un distribuidor de cosas, no un empresario que crea productos, porque no olvidemos que los 'hacendado' son productos hechos por unos terceros, que en realidad sí son los fabricantes. Aquí todo el que tiene éxito se cree con derecho a aconsejar a los demás. Al señor Roig sólo le haría una pregunta: ¿por qué no nos compara con los alemanes, que son de nuestro entorno y tienen unas condiciones laborales lógicas dentro del siglo que vivimos? Lo mismo se le chafa el negocio.