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Desde mi escaño

Santa Cruz de Tenerife: Una ciudad mortecina

Santa Cruz de Tenerife: Una ciudad mortecina

Una ciudad mortecina. Así se puede definir a Santa Cruz de Tenerife tras cumplirse un año y pico del ‘formidable’ gobierno que conforman José Manuel Bermúdez y Julio Pérez. La capital chicharrera ha sufrido en este tiempo un verdadero deterioro, una regresión a la peor época del ‘hermosismo’, cuando la urbe estaba más que descuidada, apostando por un conservadurismo destructivo, es decir mantener todo tal cual estaba dejando que la acción del tiempo erosionara las estructuras y las infraestructuras. De no ser por los primeros años de la gestión del hoy durmiente senador Miguel Zerolo, la ciudad hace tiempo que sería poco más que un centro administrativo, sin más vida latente más allá de las dos de la tarde.

Y es que una ciudad, máxime si hablamos de una de las dos capitales del Archipiélago canario, necesita renovarse en todos sus aspectos y cuidar lo que ya tiene. Hay obras que llevan más tiempo ejecutándose (por no decir directamente paradas) que la construcción del Monasterio de El Escorial. A bote pronto, por ejemplo, me vienen a la memoria la última fase del Barranco de Santos, cuyo viario fue inaugurado en plan chamberga, la chapuza realizada en San Andrés con los nuevos accesos y aparcamientos, pero sin resolver el problema de las escolleras, el Parque Viera y Clavijo o, por supuesto, el mamoneo (digo el mamotreto) de Las Teresitas, una ‘brillante’ idea que parece querer quedarse por los siglos de los siglos como un recuerdo o un monumento a la chapuza de nuestros dirigentes locales.

Los habitantes ven con desespero como el Ayuntamiento sólo se preocupa de que salgan adelantes ciertos proyectos. Fíjense, por ejemplo, como trabajó codo con codo para que las obras y la remodelación del hotel Mencey se realizasen a la mayor brevedad posible, cumpliendo en la medida de lo posible los plazos establecidos. En cambio, para asfaltar o empichar cualquier calle de los barrios santacruceros pareciera hacer falta pedir audiencia real para solicitar los preceptivos permisos.

Desde luego, los actuales gobernantes de Santa Cruz de Tenerife están contribuyendo de manera decisiva a aniquilar la vida de la ciudad, haciendo de la urbe un centro fantasmal y fantasmagórico y contagiando de esa pasividad, de esa desgana, de ese carácter abúlico a los propios empresarios del ocio y de la restauración. Y es que, sin ir más lejos, una relativamente conocida cafetería del centro de la ciudad, en plena plaza del Chicharro, advertía a sus clientes en pleno viernes a las 9 de la noche que fuesen abonando religiosamente sus consumiciones porque ya tocaba chapar. Con este sencillo ejemplo tenemos una muestra más que fehaciente de que algo se ha hecho rematadamente mal en Santa Cruz de Tenerife. Luego se sorprenden algunos políticos de lo bien que funcionan las cosas en La Laguna. Y es que en menos de diez kilómetros la mentalidad cambia diametralmente. Por algo será.

2 comentarios

Máximo Medina -

No que es vaya a defender la actuación de los 'dos' alcaldes de Santa Cruz, ni mucho menos, pero sí significar que lo único que no hay es dinero. Porque si lo hubiera estos dos, y cualquiera, estarían enfrascados en obras por todo el municipio. Estoy seguro de que si a Rajoy se le ocurre montar un fondo de liquidez para municipios, éste es de los primeros que se apunta, no digo nada de Barcelona o Madrid, sin olvidar a Valencia o Sevilla. Pese a lo ya expresado no creo que Santa Cruz sea un a ciudad mortecina, sino que más bien tiene sus momentos y los actuales no son los mejores.

Maria Hernandez -

Sabes de lo que hablas de modo que lo único que puedo decir es que me parece una autentica lastima que la dejadez (o el interés político) de la parejita Bermudez&Perez esté transformando en fantasmagórica esa ciudad tan bonita.

Me recuerdan a los patosos e imbeciles detectives Hernandez&Fernandez de Tintín.
Por ejemplo en "Aterrizaje en la Luna" (y al estilo Groucho Marx):

Fernández — Este individuo nos ha insultado y le exigimos una explicación. 
Hernández — Eso es... este individuo nos ha explicado y le exigimos un insulto. 
Fernández — No es eso, ¡desgraciado! ¡Es al contrario! 
Hernández — En efecto, en efecto... Hemos insultado a este individuo y le debemos una explicación.

Una pena!

@MMariaHs