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Desde mi escaño

Emilia Soria, víctima de la (in)Justicia

Emilia Soria, víctima de la (in)Justicia

Dicen que la Justicia es ciega, pero en manos del señor Ruiz Gallardón se ha convertido en caprichosa, en parcial, en un juguete donde el azar nada azaroso concede indultos a quienes se lleva por delante la vida de una persona y, en cambio, pueden meter en prisión a una humilde mujer, Emilia Soria, que sólo cometió el pecado de encontrar una tarjeta de crédito y comprar con ella alimentos y pañales para sus hijas. Sí, así se escribe la historia, que valen más 200 cochinos euros a la vida en sí.

Los casos de los que hablo, como ustedes ya sabrán, son, por un lado, los de una joven madre de Requena (Valencia) que utilizó una tarjeta de crédito que encontró en la calle para comprar alimentos y pañales para sus hijas. Por esa acción, perdonada incluso por el titular de la tarjera, deberá ingresar en prisión en quince días, si antes no se resuelve la solicitud de indulto o de suspensión o sustitución de pena que ha solicitado.

El tiempo de condena es de dos años y tres meses, es decir, que le viene saliendo a 12,86 euros por mes privada de libertad hasta completar los 193 euros gastados en una compra necesaria. ¿Y el supermercado que no le pidió una identificación a esta señora? ¿No hay una sanción para quienes permitieron que esta persona comprase con una tarjeta que no era la suya? Claro, meterse con el establecimiento no entra en los planes de la Justicia.

Sin embargo, a la par que se le niega el pan y la sal a Emilia Soria, el Gobierno ha indultado a Jorge Ríos, un conductor kamikaze, que causó un choque mortal en la A-7 en 2003, llevándose por delante la vida de un conductor y, de milagro, no mató también a su novia, que declaró en el juicio que este tipo iba como una bala. Este inconsciente  fue condenado a 13 años de prisión por la Audiencia de Valencia. Sin embargo, el Real Decreto, fechado el pasado 7 de diciembre de 2012, conmutó la pena de cárcel por una multa de seis euros diarios durante dos años con la condición de que el conductor abone las indemnizaciones que se recogen en la sentencia.

Por eso, comparando ambos casos, ¿alguien puede considerar que la Justicia está actuando con ecuanimidad? Evidentemente, hay disfunciones que claman al cielo, pero claro, cuando vemos como se pavonean en el centro de la escena pública personajes como Bárcenas, Urdangarín o Blanco, tampoco es de extrañar que al final demos por sentado que cuando uno va al juzgado el magistrado de turno no dicte sentencias, sino que tiene un bombo donde, según la bolita que salga, te cae una condena de 27 meses de cárcel o un indulto por la puerta grande. Es, perdónenme ustedes, vomitivo.

1 comentario

Máximo Medina -

Lo que no termino de entender es por qué este caso llegó a la Justicia. Probablemente haya sido de oficio o porque se le acusó de estafa, pero en un contrasentido más de nuestra legislación, la acusada debe pasar por prisión pese a que el objeto de su delito sólo alcance los 193 euros. Fue indultada, es cierto, pero ¿los sobrecargados juzgados españoles no deberían ocuparse de asuntos de más trascendencia que este? Además, apunta usted que la propietaria de la tarjeta, tras conocer los hechos, eximió a la acusada de lo sucedido y aún así la condenan e incluso le ponen pena de cárcel. No dudó en absoluto que el juez se haya equivocado lo más mínimo, sino lo que me pone los pelos de punta es qué clase de leyes hacen nuestros políticos para que un caso como este acabe así. Menos mal que los errores se pueden corregir y todo el proceso quedará en nada, porque si no...