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Desde mi escaño

Deporte femenino, un penoso 1% de interés mediático

Deporte femenino, un penoso 1% de interés mediático

La Universidad de Valencia lo deja patente en un estudio sesudo sobre el seguimiento mediático que tiene el deporte femenino en nuestro país. Resulta que más del 96% de las informaciones sobre deporte que se ofrecen en los medios de comunicación de nuestro país corresponden a eventos o competiciones masculinas, algo más de un 2% a actos en los que no hay distinción de género y el resto, apenas un poco más de un 1%, al deporte exclusivamente femenino.

Precisamente, este informe de la Universidad valenciana pone en relación los grandes logros del deporte femenino en los Juegos Olímpicos de Londres, donde 11 medallistas españolas, de las 17 preseas que se consiguieron, fueron mujeres. Sin embargo, el foco sobre esas exitosas atletas duró lo que duró, lo que tarda en pasar una corta noche de verano. Al día siguiente, ya interesaba más cualquier especialidad masculina, aunque luego sus resultados fuesen menores.

Se habla de que los responsables a la hora de escoger qué dar en sus informativos o en sus periódicos se decantan por el deporte masculino porque alegan que tiene más expectación, se vibra más, pero sólo hacía falta comprobar, por ejemplo, como partidos de semifinales de waterpolo o balonmano de la España femenina en Londres 2012 levantaron de sus asientos a todos los espectadores o qué decir del apasionante desenlace de la Liga Femenina de Fútbol en España con un estelar Ath.Bilbao frente al Barcelona en San Mamés y que reunió a más de 30.000 personas en sus gradas.

Evidentemente, conseguir revertir esta situación no es sencilla, sobre todo porque desde hace muchos años que la visibilidad del deporte femenino es la que es, muy escasa, salvo excepciones locales como la que tuvo en la primera mitad de la primera década de los 2000 el Tenerife Marichal, donde hasta ciertas emisoras se rascaban el bolsillo para ofrecer los partidos del representativo desde lugares tan remotos como Bakú. Pero esos desplazamientos, hoy por hoy, son ciencia ficción. Y es que si no hay dinero de los patrocinadores detrás, nadie se arriesga a una aventura que luego precisará de muchas explicaciones ante los que manejan la caja.



Artículo en colaboración con Proyecto Hoy

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