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Desde mi escaño

No es cuestión de dinero

No es cuestión de dinero

Hace pocas fechas podíamos observar con verdadero estupor como un grupito de estudiantes que habían finalizado sus cursos con las mejores notas de España mostraban una excelsa lección de hipocresía al aceptar de manos del ministro del ramo, José Ignacio Wert, el diploma acreditativo a sus méritos, esfuerzos y desvelos, pero en cambio se negaban a darle la mano o, directamente, le arrebataban de manera poco ortodoxa el pedazo de pergamino que el titular de Educación sostenía esperando la llegada de los alumnos al estrado.

Más hipócrita fue aun que esos mismos estudiantes que habían mostrado tan ajadas maneras se prestasen posteriormente para salir en la foto con el propio Wert. Vamos, ni el propio Sigmund Freud hubiese sido capaz de psicoanalizar este comportamiento.

Sin entrar en motivos como que estos alumnos que protagonizaron tan feo gesto estaban más que politizados por ciertos profesores apegados a la cultura de más dinero y menos esfuerzo a la preparación de las clases, lo que no es de recibo es prestarse a hacer la pantomima y hasta la payasada de acudir a recoger tu premio y luego mostrarse terriblemente descortés con quien es la máxima autoridad educativa de España.

Si tan descontentos están con la política de recortes del ministerio, lo mejor en estos casos es: o bien no te personas al acto de recogida del diploma o bien, cuando eran nombrados para subir al estrado, que no se hubiesen levantado de los asientos y siguiesen el acto con sus camisetas verdes. Lo que no puede ser es estar en misa y repicando o poniendo una vela a Dios y otra al diablo. El mismo Wert al que le negaban el saludo era el mismo que estaba entregando los títulos académicos.

Humildemente, el problema de la educación en España no es de dinero, sino de falta de esfuerzo, de planes educativos que se han sucedido en pos del fracaso absoluto, de crear vagos funcionales capaces de poblar las plazas y los parque públicos durante muchas tardes en vez de estar poniendo los codos. Normal, claro, que luego haya catedráticos y profesores de universidad que se llevan las manos a la cabeza cuando en Periodismo hay alumnos que escriben ‘Havía’ o futuros matemáticos que no saben qué es una derivada o una integral. Lo que sucede es que queda muy chachi y muy progre eso de achacar el fracaso de nuestro sistema educativo a la falta de inversión económica. Hay cosas que el dinero no puede comprar como el talento, el esfuerzo, la constancia y la dedicación.

2 comentarios

María -

No deja de ser un acto politico esto de la entrega de premios pero es cierto que esos estudiantes serán todo lo brillantes que quieran, pero educación no tienen ninguna.

Esto se llama tener una jeta impresionante. Hay otras formas de protestar más educadas y más eficaces.

Es hipócrita. Lo que deberían hacer es eso, precisamente, no acudir al acto.
Se nota que fue improvisado.


@MMariaSp

Máximo Medina -

La educación siempre ha sido uno de los grandes problemas de este país, o más bien la formación, porque ser educados es otra cosa. Cuando un alumno no quiere aprender o le importa un pepino lo que allí le explican cualquier recurso que le pongas no sirve de nada. Ya les puedes hacer las clases más atractivas del mundo que si no hay curiosidad y ganas por parte de los alumnos, el fracaso está anunciado. Y es que esta juventud moderna -plena de ordenadores, móviles, tabletas y demás- piensa que todo se arregla pulsando un botón o buscando en 'google'. La payasada de los alumnos insignes de esta nación es sintomática: están más politizados que los propios partidos políticos. Recogen el premio, pero no reconocen al ministro, que dicho sea de pase, no pinta mucho en el asunto, porque desde que esta materia fue transferida a las comunidades autónomas, como que sirve para poco. Ahora bien, las leyes de obligado cumplimiento se quedan en papel mojado si Cataluña es la primera en decir que no aplicará la normativa. Las demás no se van a quedar atrás, parece evidente. Lo de los alumnos que escriben 'havía' es típico y alarmante porque luego el corrector -'automático' o el otro- lo arregla todo o no, pero es igual, lo importante es tener el diploma y sacar partido de ello. Porque, queramos o no, la titulitis sigue imperando en muchas empresas. No digamos de las públicas, donde se exige la 'carrera', aunque el individuo no tenga la menor idea de donde le queda el brazo derecho, no mencionemos el zurgo, que sería ya el colmo.