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Desde mi escaño

Bárcenas: Por fin a la sombra

Bárcenas: Por fin a la sombra

De traca. El encarcelamiento de Luis Bárcenas ha provocado reacciones encontradas en determinados sectores, pero el que más me ha chocado es la que se ha generado en un medio como La Gaceta de Intereconomía. Vaya por delante que es para quitarse el sombrero que los compañeros de ese medio hayan conseguido hablar con el ex tesorero del PP minutos antes de ser introducido en el furgón de la Guardia Civil que le llevaría al presidio de Soto del Real. Sin embargo, honradamente, ¿es para abrir con las manifestaciones de este sujeto adicto a las peinetas y a tirarse pedorretas democráticas contra su propio partido y, en términos generales, contra toda la sociedad? Pues no, no creo que Bárcenas pueda tener un solo punto de defensa.

El que fuera también senador del Partido Popular es un auténtico sinvergüenza, un chulo-playa (o montaña) que se había convertido poco menos que en el imprescindible como el muerto en el entierro, el novio en la boda o el niño en el bautizo. Era el elemento abyecto que, no me digan cómo, cocía en todas las salsas. Había llegado a convertir su mera existencia en hecho noticiable. Bárcenas por aquí, Bárcenas por allá. Su propio portal ya empezaba a ser culto y lugar de paso obligado para Madrid Visión, la empresa que lleva a los turistas por los principales puntos de la capital para que no pierdan detalle de los tesoros de esta gran ciudad.

Sin embargo, como en los juzgados siempre se levanta una corriente de aire que hace que la Justicia funcione como Dios manda, el magistrado Ruz, harto de los tejemanejes de este siniestro señor, decidió mandarle a un sitio muy distinto a los que él suele frecuentar. De las grandes pistas de esquí de los Estados Unidos o de los Alpes o de los grandes despachos de las oficinas bancarias en Suiza, a meterle en un espacio reducido, en una celda cuyos barrotes no son, precisamente, de oro, a la espera de que empiece a afrontar los juicios que tiene por delante.

Lo que la sociedad entera espera es que el apresamiento y enchironamiento del jeta de las peinetas no se quede en un mero gesto de cara a la galería, que se quede lo que sea necesario entre rejas hasta que devuelva el último céntimo de lo mangado y, de paso, que también cante, pero con documentos originales, no con burdas fotocopias, quienes estaban metidos también en el ajo, empezando por algunos dirigentes del PP que temen, y mucho, que al ex tesorero se le empiece a aflojar la húmeda y acabe cantando hasta La Traviata.

2 comentarios

Maria -

A cualquier delincuente común lo enchironan a la voz de ya. Ni presunto ni leches. Pero a este sólo después de cuatro años. Esperemos que haya servido para no ocurra como ocurrió con Blesa, que no le dio ni tiempo a ponerse el pijama de rayas. Lo único que sirvió fue para amargarle la boda que tenia prevista, pero ahí está el presunto.
A Barcenas me lo imagino dando clases a “futuros emprendedores” asi que no preocuparse, que igual ha descubierto el secreto de la cocacola y les cuenta como hacerse ricos de la noche a la mañana. Asi quitara de la circulación a varios delincuentes.
Quien mas lo va a sentir que entre en la trena va a ser su proveedor de gomina.
Lo que no entiendo tampoco es porqué sale este tipo hasta en la sopa … no tiene sentido eso que monten guardia los reporteros en su portal , y ahora a pie de cárcel. Logico que algunas reporteras se queden sin palabras…

@MMariaSp

Máximo Medina -

Este asunto del extesorero del PP no podía acabar de otra amanera, lo que a mucha gente extraña es cómo ha tardado tanto el juez en mandarle a donde tiene que estar: la cárcel. No es normal que un mero 'funcionario' de un partido político, aparte de los cargos públicos que ostentó, acumule esa cantidad de millones como llovidos del cielo y lo único que falta por constatar es qué pintaba el PP en todo esto. Nos podrá caer mejor o peor (a mí ni me cae), pero lo único evidente es que este personaje atesoró (tesorero) 48 'kilos' de sus andanzas en el seno del PP. Lo que más me sorprende de todo es que en las formaciones políticas no haya el menor control y un individuo, como este caso, pueda hacerse con ese dineral sin que nadie supiera nada. Es como decir que el mar no hay agua. Si canta o no, al estar en prisión, es otro cantar.