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Desde mi escaño

El independentismo mata de hambre a los niños catalanes

El independentismo mata de hambre a los niños catalanes

Más de 50.000 niños desnutridos en Cataluña. Esa es la ‘fantástica’ cifra que se está dando en una comunidad en la que el nacionalismo independentista de más rancio abolengo ha conseguido llevarla. Según esa especie de Defensor del Pueblo catalán, el Sindic, los responsables educativos han detectado que muchos alumnos llegan a las aulas en un estado lamentable, con un déficit de atención por mor, precisamente, de que salen de sus casas sin haber probado bocado alguno. Cataluña no tendrá dinero para hospitales, servicios sociales y demás servicios de atención básica, pero sí que hay perras (y de sobra) para que primero Pujol, luego Maragall, después Montilla y ahora Artur Mas se lo gasten en su propaganda particular y en llamamientos a referéndums ilegales. Y, por supuesto, dinero para los medios afines, que hay que transmitir el mensaje de la secesión.

Algo se ha hecho mal en Cataluña, pero no ahora, sino hace ya tres décadas. El siempre laborioso y sacrificado pueblo catalán se ha dejado usurpar el poder y mangonear por politiquillos de poca monta, auténticos especialistas en el arte de acomodarse y perpetuarse en la poltrona a mayor gloria propia. Tras la salida de Pujol, los ciudadanos asistían atónitos a un cruce de acusaciones sobre los trinques del 3% en comisiones. Y se enteraron de verdadera casualidad, justo después de montarse una comisión de investigación por lo del derrumbe en el barrio de El Carmel, en Barcelona.

La gracia de todo esto es que siempre ha imperado la máxima en CiU, ERC e incluso en el PSC-PSOE, lo de “Madrid nos roba”. Ellos, los políticos que han detentado y detentan el poder, se lo han repartido a manos llenas, han delinquido aquí y allí (caso Palau, ITV, comisiones ilegales….) y luego, cuando la lata del gofio estaba completamente vacía, entonces toca tirar de falso patrioterismo catalán, enfundarse en la senyera y gritar a voz en cuello que el Estado ahoga a Cataluña.

Aquí, los únicos que se han cargado esta fructífera región son unos mediocres que hacen llamarse políticos, que se han repartido dineros y cargos y que su ambición y avaricia ha conducido a Cataluña a hechos tan lamentables y escabrosos como que más de 50.000 niños catalanes van a las clases sin haber hecho un desayuno completo. Pero nada, independencia y paciencia debe ser el lema de Artur Mas ante un hecho como éste, amén, por supuesto, de las decenas de miles de euros que le cuesta a los catalanes disponer de un sucedáneo autonómico del Defensor del Pueblo, curiosamente, manda trillo la cosa, otro ex político de corte independentista, el señor Ribó.

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