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Desde mi escaño

Interrumpir

Interrumpir

¿Qué entendemos por interrumpir? Uno puede interrumpir sus vacaciones porque, de repente, un familiar se ha puesto gravemente enfermo, porque tal vez ha sucedido una contingencia en el hogar (una cañería rota, han entrado a robar en la vivienda), quizá también por cuestiones que se escapan a nuestro control se ha desatado una tormenta en nuestro lugar de destino y tenemos que volver precipitadamente o, ya por último, nuestra compañía nos requiere porque ha sucedido un imprevisto que precisa de todo el personal para afrontar un escenario desconocido. En cualquier caso, después de esta interrupción, uno puede seguir con sus vacaciones.

También uno puede interrumpir su almuerzo o su cena. ¿A quién no le han llamado a su casa o al móvil mientras está disfrutando del placer de la comida? Tal vez también puede ser que toquen al timbre o al telefonillo y haya que dejar quietos el cuchillo y el tenedor para atender a esa persona que nos está llamando insistentemente a la puerta. Pero, sin duda alguna, atendido ese compromiso, seguiremos con nuestra actividad, que en este caso era comer placenteramente.

¿Y quién no está tan ricamente en el salón de su casa, disfrutando de una buena película y, al igual que con el almuerzo o la cena, nos llaman nuevamente? Efectivamente, interrumpiremos algo tan agradable como ese film que están dando por la tele o que hemos alquilado del vídeo club para prestar atención a quien está pidiendo unos segundos o unos minutos de nuestro tiempo. Pero después, podremos seguir viendo esa película porque la interrupción no la ha matado, sólo hace que terminemos de verla un poco más tarde o que hayamos perdido una pequeña parte de la trama.

Sin embargo, llamar interrupción voluntaria del embarazo al aborto es no sólo realizar una perversión del lenguaje, sino que además estamos hablando de una vida humana como algo que no tuviera valor alguno.

El pasado viernes 20 de diciembre de 2013 la señora Elena Valenciano, del PSOE, se lucía al decir que su partido iba a luchar para evitar que el Gobierno se cargue un derecho de las mujeres a decidir qué hacer con su embarazo (y esto lo dice una política que es madre) y, como no se quedó contenta con la frase, añadió otra bestialidad más, que el Ejecutivo del PP se había propuesto con esta reforma del aborto no velar por los intereses de los vivos.

Vamos a ver, señora Valenciano, ¿una vida que crece en el interior de una mujer no es un ser humano que tiene todo el derecho a nacer? Ustedes llaman rancios a quienes defendemos la vida, pero en realidad si hay algo rancio en esta sociedad son gente como usted que prefiere hacer ricas a clínicas proabortistas y dejar con severas secuelas psicológicas a esas mujeres que tiempo después se arrepienten del crimen cometido. ¡Qué vergüenza!

1 comentario

María -

Es verdad, que lastima, la señora Valenciano no haya interrumpido su discurso ...Que ocasión ha perdido para estar calladita...