Blogia
Desde mi escaño

Cerezo y Gil Marín: delincuentes prescritos

Cerezo y Gil Marín: delincuentes prescritos

Tiene razón el periodista Rubén Uría cuando afirma en su libro, Atleti, de muerto a campeón, que la prensa deportiva de este país se merece el nombre de esa famosa becaria que trabajó en la Casa Blanca y que le hizo un no se qué al presidente Bill Clinton. Los medios de comunicación, salvo alguna honrosa excepción, se han negado a hacerse eco de los tejemanejes de ese par de delincuentes prescritos que son Miguel Ángel Gil Marín y Enrique Cerezo, dos personajes con la cara de cemento armado que pueden aguantar carros y carretas, que pueden mantener A y B al mismo tiempo aunque sean posturas completamente contradictorias.

Recomiendo encarecidamente la lectura de ese libro del compañero Uría porque, especialmente si son atléticos, se van a llevar continuas sorpresas con la forma en la que este par de directivos han manejado el club, a su verdadero antojo, repartiendo además credenciales de colchonerismo como si ellos hubiesen mamado la historia de nuestro centenario club. Ellos sólo han estado 25 años y además sin haber puesto un solo duro a lo largo de este tiempo, por mucho que el señor Cerezo salga en entrevistas de encargo a decir que si el socio se juega la entrada, ellos se juegan algo más, su dinero, cosa que es mentira porque ni tan siquiera el malogrado Jesús Gil fue capaz de abonar de su chequera el fichaje de Paolo Futre.

Lo fácil, lo que ‘vende’ ahora es hablar maravillas del Atlético de Madrid por su brillante momento clasificatorio, pero lo deportivo, que es responsabilidad máxima de Simeone (único técnico que no se ha convertido en el ‘Pagafantas’ de turno y al que le han tenido que hacer caso con el fichaje de Diego Ribas), nada tiene que ver con lo institucional, podrido desde hace muchos años, entre otras razones porque se secuestró la voluntad popular desde que Gil, herederos y asociados decidieron guardar bajo siete llaves las urnas para convocar nuevas elecciones.

La penúltima de estos dos elementos, de Caracórner Gil Marín y ‘desde que amanece, apetece’ Enrique Cerezo, es la de decirle a los socios que el traslado a La Peineta le va a costar pasta al club, es decir a los socios abonados de la entidad, porque ellos no podrán un solo céntimo. Lo curioso es que hace algún año no muy pasado se aseguraba por parte de la misma directiva que esa mudanza eran todo ventajas e incluso que le reportaría beneficios económicos a la entidad de la ribera del Manzanares. A este paso, ni tan siquiera hallarán patrocinador o lo harán consiguiendo que éste pague menos de lo estipulado. Todo con tal de no llamar al nuevo estadio Luis Aragonés. Y es que entre el corazón y la cartera, para Marín y Cerezo la segunda es lo primero. Menos mal que lo único que este par de tunantes no podrán robar es el espíritu rojiblanco que nace puro y limpio en sus millones de seguidores.

2 comentarios

Maria -

En todas las casas cuecen habas...

Esto, o parecido, ocurre en muchos equipos de fútbol.
Y es que mientras el partido se juegue en los despachos no hay manera...

Máximo Medina -

La verdad es que el Atleti siempre ha tenido mala suerte con sus dirigentes, salvo el recordado Vicente Calderón, que fue todo un señor. Pero da igual, amigo Velarde, el club colchonero está muy por encima de todos estos individuos --lo mismo que ocurre en el Real Madrid o en el Barcelona, Sevilla, Athletic, etc.-- y hace años que me pregunto qué pinta ahí el tal Gil Marín, porque desde que su padre falleció ha llovido lo suyo ya y no se sabe de puertas afuera cuál es la misión de este individuo en el club. Yo no soy socio, pero mi corazón aparte de rojo también es blanco, por culpa de los Panadero Díaz, Heredia, Becerra, Luiz Pereira... y sobre todo Luis Aragonés que lo fue todo en el club de la ribera del Manzanares, salvo dirigente. Otra prueba más en contra de los que mandan.