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Desde mi escaño

Metro de Madrid: músicos que dan la nota

Metro de Madrid: músicos que dan la nota

Viajar en Metro es un placer…siempre que no venga el musicólogo de turno o el pedigüeño molesto que tiene perfectamente aprendida su historia. A ver, antes de que vengan los amigos de lo políticamente correcto a ponerme de vuelta y media. No pretendo impedir que la gente se busque la vida y que entiendo perfectamente que hay quienes han intentado trabajar por activa y por pasiva, pero que por diferentes factores no lo han conseguido y tienen que lanzarse a lo primero que sea, bien dando la murga con los instrumentos musicales o bien pidiendo de las más diversas formas. El problema es que se le da la lata a los viajeros y no siempre gusta que a uno le interrumpan la conversación con el amigo, la charla por el móvil o simplemente la concentración en la lectura del diario o del libro.

Por eso, sería una más que excelente idea que Metro de Madrid, tan ávido que está en poner revisores por los pasillos más inesperados y apagar las escaleras mecánicas para disgusto del consumidor (sí, no siempre se estropean….), que establezca una especie de normativa para regular a estos músicos ambulantes. Sé que lo de los pedigüeños es casi imposible porque, además, cualquiera de nosotros podría serlo perfectamente.

Creo que resultaría más sencillo, por ejemplo, habilitar zonas en las estaciones para que puedan tocar como además ya sucede especialmente en algunos puntos de la red de Metro. Raro es no pasar por Avenida de América, Diego de León, Argüelles, Legazpi o Usera y no encontrarse con músicos callejeros, algunos de ellos, dicho sea de paso, auténticos virtuosos.

Sin embargo, debería de prohibirse que estos artistas actúen en el interior de un vagón. Nos guste o no, molestan hasta extremos insospechados, algunos tienen que arrastrar estructuras voluminosas y encima (aquí viene la Ley de Murphy) lo hacen en horas punta. O sea, un caldo de cultivo para echarse a muchos pasajeros en contra. Pero a los revisores sólo les interesa si te has podido o no colar en una estación y a ver si con un poco de suerte le arreglas el agujero financiero (y a Dios gracias, de momento, que no les ha dado por darnos un sablazo en los abonos mensuales. Al menos no han dado la nota, valga el símil musical).

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