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Desde mi escaño

Falacias con el aborto

Falacias con el aborto

Me lo intentarán explicar un millón de veces y no lo entenderé. Y es que la progresía española parece haber encontrado un filón con el tema del aborto y vender el falaz discurso de que el actual Gobierno de Rajoy está fulminando los derechos de las mujeres y que poco menos que las está obligando a ser madres por decreto ley. Falso, falso y mil millones de veces falso,

Vamos a ver, en condiciones normales ninguna mujer se queda encinta y la legislación contempla unos preceptos muy claros sobre cuándo y como poder abortar (es que tampoco me da la gana llamar interrupción a lo que es un asesinato en toda regla). Si hay riesgo para la madre, para el feto o si el embarazo ha sido producto de una violación, claro que se puede abortar, sin duda alguna. Lo que no puede autorizarse es esa carta blanca para que las féminas pasen por la clínicas abortivas como la que pasa por un quirófano para una operación estética. No es lo mismo, claro que no.

Lo paradójico del caso es que quienes más a favor se muestran del aborto, gente como Zapatero, Chacón o Valenciano, resulta que han tenido la oportunidad de ser padres y estoy convencido de que nunca se plantearon la posibilidad de matar a ese ser humano que llevaban en sus entrañas. No imagino a ZP diciéndole a Sonsoles que tenía que olvidarse de ser madre. Al contrario, el ex presidente mataría por sus niñas y cada capricho que se les ha antojado, ya sea el colarse en la recepción privada en la Casa Blanca o el último de todos, renunciar a los planes de la familia de mudarse a León para quedarse en la capital de España.

De verdad, con la de métodos que hay para evitar un embarazo, especialmente los hombres, que no tienen más que tirar de gomita, me parece una imprudencia y una desvergüenza estar jugando con algo tan delicado y tan sagrado como es la vida humana. Ninguna vida se puede cuantificar, todas son incalculables y es un crimen que en España se haya institucionalizado el aborto como un negocio beneficioso para unas clínicas donde no tienen ni ética ni moral, ya sea la clínica Dátor o la clínica de Tacoronte. 

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