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Desde mi escaño

Un caradura anda suelto por las radiales

Un caradura anda suelto por las radiales

¡Atención a todas las unidades! Un caradura va a toda velocidad por las autopistas radiales, es potencialmente peligroso. Pretende negarle ayudas a Cáritas para pagar parte del rescate de esas infraestructuras viarias que no utiliza ni el Tato. Si se topan con él, vigilen sus carteras, es posible que les intente atracar vía impositiva para seguir sosteniendo el chiringuito de unas empresas ruinosas, pero que, ¡oh, casualidad, tienen importantes vínculos con el Gobierno!

Ya fuera de comentarios superficiales y bromas, lo cierto es que este sábado nos hemos desayunado con unas declaraciones del Ministro de Hacienda, el señor Cristóbal Montoro, que pretende detraer la ayuda que se le da a Cáritas para pagar parte del rescate de esas vías radiales que hace tiempo, casi desde el inicio, entraron en concurso de acreedores porque, insisto, son verdadero eriales, no hay nada en ellas y no hay empresa gasolinera que se precie que quiera ponerse ahí. Claro, por ley tiene que haber centros de reportaje, pero estoy convencido de que Repsol, Campsa o Petronor habrán pedido las compensaciones pertinentes.

Lo mejor de todo es que Montoro aduce ante los informes de Cáritas, especialmente el último, donde se detalla que los niños españoles son los segundos más pobres de toda Europa, sólo por detrás de Rumanía, que la asociación eclesiástica miente y manipula los datos, que hace una mezcolanza que no se ajusta a la realidad. Sí, debe ser que todos esos niños que van diariamente a las aulas sin haber tomado siquiera un Actimel lo hacen por querer guardar tipito y tampoco llevan el bocata o el Bollycao para el recreo porque prefieren desfogarse de tantas matemáticas dándole patadas al balón. Invéntese otra mejor, señor ministro.

Los ciudadanos ya estamos hartos de que con nuestro dinero se pague el rescate de la banca, de las autopistas. No, esa no es la solución. Lo que debe hacerse es que quien no ha sabido gestionar en condiciones un negocio, que lo pague de su bolsillo o que hubiese visto las condiciones de ese contrato de concesión. Por mí, abran ustedes esas autopistas, quítense los peajes, pero lo que no puede pasar es que a Cáritas, que hace verdaderos milagros de multiplicación de las comidas, se le niegue el pan y la sal al socaire de querer beneficiar a cuatro amiguetes. Por ahí, no.

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