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Desde mi escaño

Florentino forofo, Cristiano irreverente y el feo gesto de Varane

Florentino forofo, Cristiano irreverente y el feo gesto de Varane

Hay que ser justos y reconocer que el Real Madrid se mereció ganar la décima Copa de Europa (rebautizada ahora como Champions League). El Atlético de Madrid, es verdad, se encontró con un gol de fortuna y aguantó hasta que Sergio Ramos fusiló de un certero cabezazo las ilusiones de un conjunto que ya tocaba su primera Champions (seguramente será el único equipo que tenga en sus vitrinas dos espacios vacíos para acordarse de las que casi consigue ayer y en 1974 ante el Bayern). Pero el fútbol es así y todos los grandes han tenido en algún momento un padecimiento similar o si no que se lo digan al Bayern en 1999, con una final ganada a falta de un minuto contra el Manchester o al Milan, que vio como el Liverpool, en 2005, le levantaba un 3-0 al descanso.

Podemos convenir que el destino ha vuelto a ser cruel con los atléticos y que les ha quitado el caramelo de la boca, casi cuando ya empezaba a degustarlo, pero seguro que si sigue así, en esta línea de los dos últimos años, el Atlético volverá a otra final de la Champions y seguro que la ganará. La fecha más próxima, el 6 de junio de 2015 en Berlín. Sería una excelente paradoja que allí cayera otro muro, en este caso el que se le resiste a los rojiblancos para poder tener en sus manos la primera Copa de Europa. Pero, mientras tanto, hay que ser caballerosos y felicitar al Real Madrid porque tuvo fe y empeño en el empate.

Sin embargo, sí hubo tres detalles feos que no son dignos de todo un Real Madrid. Para empezar, su presidente, Florentino Pérez, ejemplo de saber estar y buenos modales que, en cambio, ayer, parecía estar más en el salón de su casa que en un palco repleto de autoridades. Vale que la presión era máxima y que el gol del empate se logró en el tiempo de prolongación, pero de un gesto de alegría como el que mostró Cerezo con el 1-0 no se puede pasar a los gestos cuasi ultras del mandatario merengue al que sólo le faltó abrazarse a las farolas y corriendo por la tribuna como un Ochaíta de traje y corbata. Vamos, parece mentira que un equipo con nueva Copas de Europa en su haber tuviera esa presión por la décima. Eso, por Dios, déjenselo al Atlético, que aún tiene a cero su palmarés de ‘orejonas’.

Seguidamente, la celebración de Cristiano Ronaldo en el cuarto gol es para enmarcarla como uno de los festejos más cutres e irreverentes jamás conocidos. Primero porque se pasó todo el partido sin generar verdadero peligro, segundo, porque sus compañeros Sergio Ramos, Bale y Marcelo habían sentenciado previamente la final y, tercero, porque un gol de penalti a falta de un minuto para el final de la prórroga y sin nada que hacer por parte de un equipo que lo había dado todo no ameritaba ese postureo, quitarse la elástica y plantarse cual estatua de cera marcando abdominal como si él hubiese ganado solito la décima Champions. Eso es restarse puntos ante las aficiones rivales. En el deporte hay que alegrarse por los éxitos, pero siempre partiendo del respeto que se le debe al perdedor y sobre todo por cómo se produjo la misma.

Finalmente, lo de Rafael Varane y su balonazo y marcar con las manos el 4-1. Cierto es que Simeone no debería de haber saltado al campo y, por supuesto, que lo repruebo porque cuando se está con las pulsaciones a 1.000 por hora se pueden hacer las mayores tonterías de las que luego te puedes arrepentir. Pero, dicho esto, el jugador merengue debía haberse controlado y guardarse el gesto para la fiesta del vestuario u horas después en la Cibeles. El fútbol hay que entenderlo como un juego donde uno gana y otro pierde, pero después del fragor de la batalla, todos tan amigos. Sin embargo, alguno parecía más empeñado en acordarse del rival que de disfrutar la victoria propia. Una lástima, sobre todo porque eso es lo que ven nuestros niños y creen que ese es el ejemplo a seguir. Craso error.

1 comentario

Máximo Medina -

Suscribo todo lo que dice que el comentario, amigo Velarde, pero sólo discrepo en que el Real Madrid, Sergio Ramos, prácticamente se encontró con el gol del empate, porque nunca dio impresión de que lo buscara. Es raro que al Atleti le rematen de un córner (Miranda-Tiago-Godín), pero una vez es la primera para suerte del Real. Cuando ese balón superó a Courtois, también dejó atrás a un equipo que se había dejado todas las energías en el campo. Lo de Cristiano y Varane, absurdo, pues pensaron más en ellos que en su club e incluso afición.