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Desde mi escaño

Los jetas de las opacas tarjetas

Los jetas de las opacas tarjetas

Lo hemos dicho por activa y por pasiva, pero no está de más recordarlo. España es el país de la picaresca, de El Buscón, de Rinconete y Cortadillo y de El Lazarillo de Tormes. De otra manera no se puede explicar el despiporre que entre cuatro jetas han montado en Caja Madrid y que luego seamos los 47 millones de ciudadanos los que hayamos pagado el convite, 22.000 millones de euros de vellón, sin tener derecho siquiera a las migajas que quedaban en el mantel. Estos caraduras, estos jetas de la tarjeta se llevaron todo, hasta el mismísimo solar.

Y lo peor del caso es que estos vivales aún tienen la santa caradura de ir paseando su rostro de hormigón armado por los mingitorios mediáticos meándose en los principios más básicos de la moralidad y de la ética. Ver, por ejemplo, a un tipejo como el presidente de los empresarios madrileños como es un tal Arturo Fernández, justificando el uso de las tarjetas y diciendo que él no sabía hasta qué punto se podía estar cometiendo una ilegalidad, es poco menos que para coger al personaje y empaquetarle rumbo a la estratosfera y a ver si con una pizca de suerte el señor es engullido por un agujero negro, el mismo sitio por donde deberían desfilar los Blesa, Astorqui, De la Torre y otros tantos vividores que han repercutido sobre los clientes sus excesos.

Por supuesto, los 15,2 millones de euros sacados a golpe de tarjeta opaca es sólo la anécdota elevada a categoría de escándalo mayúsculo. Estos individuos no se conformaban con sus nutridos sueldos, sino que encima tenían una dadiva por la cual algunos sacaron más de medio millón de euros en un año o quien, como el señor Fernández, rondó los 40.000. Dice este último que piensa devolver la pasta. Hombre, bonito estaría que después de conocerse la lista de los 82 jetas que utilizaron una tarjeta concedida graciosamente a 86, encima tuviese la poca desvergüenza de no reintegrar esos euros.

Pero bueno, tal y como decía el propio Francisco Marhuenda, director de La Razón, el primer jeta es Blesa y luego, por supuesto, quien le colocó en la presidencia de la Caja Madrid, míster abdominales, José María Aznar López, otro que tal baila eligiendo a los compañeros de pupitre. Un hacha el gachí.

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