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Desde mi escaño

Belén Esteban y Olvido Hormigos: Gran Hediondez VIP

Belén Esteban y Olvido Hormigos: Gran Hediondez VIP

La televisión que hacen determinados empresarios en este país es lo más parecido a la comida basura, con la diferencia de que con la segunda al menos te llenas el estómago y puedes quitarte luego la culpa del colesterol haciendo deporte o compensándolo con algo de dieta sana. La pena es que los programas que emite Telecinco, por poner un ejemplo, son una bazofia que afecta directamente al cerebro, mata las neuronas y deja secuelas hasta psicológicas. Porque ver en el mismo programa a la Mesalina de Los Yébenes y a la rabalera de San Blas va a ser posible en la nueva edición de Gran Hermano VIP.

Sí, la adicta al sexo con el primer gachí que se encuentre por la calle (es peor que un perro en celo, se engancha a lo que sea) y la oronda de Paracuellos serán dos de los principales atractivos del experimento sociológico de otra que tiene gusto por enseñarnos sus chuchurríos encantos en cuanto se le va la pinza. Me sé de más de uno que se lo va a pasar pipa, lo que tienen que hacer la crónica del programa en cuestión, porque va a dar bastante juego. Ya me veo a la Olvido Hormigos quitándole el novio a Belén Esteban o mandando otro vídeo erótico. Total, ahora que se ha separado, puede hacerlo sin sentimiento alguno de culpa, ¿no?

Esta es, queridos lectores, la televisión educativa que el canal de Vasile ofrece a sus televidentes, porquería moral a las horas de máxima audiencia. Cuando no es Sálvame, el Deluxe o Adán y Eva, son las marranadas puercas de Gran Hermano, con el añadido de que ahora se juntas expertos en la zafiedad moral más recalcitrante. En fin, que como diría aquel, agárrense que vienen curvas (y en el caso de más de una además con auténtico conocimiento de causa y morfología corporal).

En fin, luego se harán alegatos a favor de la protección del horario infantil y de hacer una televisión de calidad o fomentar lo de doce meses, doce causas. Sí, sí, me río yo de la solidaridad. Bajo esa capa de barniz de somos los más chachis, se alberga a una extoxicómana y a una adúltera de tomo y lomo, aparte, por supuesto de gente de poco o ningún fuste.

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