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Desde mi escaño

Buen viaje padre

Buen viaje padre

Este es el deseo, muchas veces protocolario, que nos deseamos cuando emprendemos un viaje. Esta es la frase, que con cierto retintín, me ha dedicado la dependienta de “Ventas y atención al cliente de Iberia” en la T4 del Adolfo Suárez-Barajas de la capital de España. Y todo ello ha venido después de dos cancelaciones con Ryainair, el miércoles y el jueves, por la huelga de controladores aéreos franceses (pobres controladores, estresados que están…) Hago un excursus, y pongo en el folio a todos los curritos que con menos de 1.000 euros tienen que llegar al final de mes, y de quejarse nada, pues les pegan una patada en sálvese las partes… y a otra cosa mariposa… Pobres controladores, que hablan inglés desde su más tierna y delicada infancia… y no sigo porque todos me entienden y en boca cerrada, no; no entran ni salen moscas…  

A lo que iba. Hoy es viernes 10 de abril. El 8, por la noche después de dos cancelaciones, pido a mi hermano de hábito y de comunidad, Rafal, que me saque el billete más barato para volver a Roma, a ser posible el viernes, día 10, porque hasta el sábado, día 11, no voy a poder volar con Ryainair. Las cancelaciones desde Madrid a Roma por la huelga francesa me deja, más que intrigado… no será que la compañía irlandesa tiene problemas en Francia… y ataca, haciendo que los viajeros se pongan de uñas, contra el común enemigo gabacho… si es que hay que ser un malpensado…mejor no… pero la dejo caer…

Bueno, que al final me consigue el billete el mismo 8 de abril por la noche. El 9 me pongo en el ordenador con lo de la tarjeta de embarque… y nada que me dice la maquinita, que tengo que ir al aeropuerto a tramitarla… (me suena mal). Escribo a Rafal y me dice que tranquilo, que no hay problema… que presente mi DNI y que seguro que me la dan. Yo después de dos cancelaciones… no las tengo todas conmigo. Si algo va mal… puede acabar peor… y así fue.

Llego a la T4, a las siete de la mañana, y voy a hacer mi tarjeta de embarque, hago todos los pasos y zas, número de tarjeta de crédito… yo no la tengo, pues me han sacado el billete desde fuera con una tarjeta con la que suelen sacarnos los billetes de avión ( a aquellos que no tienen tarjeta de crédito propia, como es mi caso…) Se lo digo a un chico y chica de Iberia que trabajan al lado de las maquinitas (lo de estos cacharros es para otro artículo) que dan las tarjetas de embarque. Me dicen que vaya a “Ventas y atención al cliente” y que sea muy humilde… Pienso, sí lo he sido toda mi vida… Y allá voy, una señora o señorita (qué más da… o no da igual… chi lo sa?) Me atiende. Doy mi impreso con mi billete electrónico y mi DNI (creo que es el que atestigua quien soy y dónde vivo y que existo y que…) Pero nada. Debo enseñar la dichosa tarjeta con la que han hecho la compra de mi billete. Digo, que no es posible, que yo no la tengo. El que la posee está en Polonia, ya que a su padre le han operado del corazón… La dependienta me contesta diciéndome que si quiero volar a las 08,45 tengo que pagar en metálico 205 euros. Me quedo a cuadros. Y pienso, mierda de mundo, me viene a la mente las personas que en un momento de “locura transitoria” se dejan llevar por sus instintos… Yo no. Gracias papa y mama (me habéis enseñado a ser una persona… las lágrimas me ciegan los ojos, en estos momentos cuando tecleo estas cuatro letras mal ensartadas…) GRACIAS de VERDAD. Saco 205 euros, dos lechugas y uno de cinco, los dejo en el mostrador de “Ventas y atención al cliente” y la dependienta entra y sale un par de veces, me da otro billete electrónico. Digo que en otras compañías nunca he tenido este problema… me dice que la “letra pequeña” dice que en Iberia la cosa funciona como ella me está diciendo. Pido un resguardo de que abonaran, ya sólo 150 euros, a la tarjeta de crédito con la que me habían comprado el billete. Vuelve para decirme que faltan 63 centésimos de euro. Saco otro billetito de 5 y me da las vueltas. Pregunto si será tan amble de darme la tarjeta de embarque y me dice que me ha puesto en ventanilla. Miro sorprendido. Y me desea un buen viaje, padre…

Me voy aturdido, humillado y con unas inmensas ganas de llorar, como cuando era niño… Se me pasan y después del paso del control, que por cierto, el ganado pasa mejor por las cañadas reales, que los humanos por un control de aeropuerto, llego a las tiendas, templos de nuestros días, donde anuncian y venden de todo, y anuncian de mala gana las puertas de embarque, después de preguntar a una Señora de la Limpieza… me encamino a mi puerta de embarque. Llego, está medio vacía, doy una vuelta, confuso y pensativo y poco a poco llegan los trabajadores de Iberia. Entramos por grupos, primeros los bisnes y los que llevan su tarjeta de Iberia, y así poco a poco. Entro, me acomodo y veo que tengo tres niños detrás, benditos niños, disfrutad ahora que podéis… Hago un buen viaje, pensando en lo que debo escribir, y en que la chica que va delante echa para atrás su butaca… yo no hago lo mismo, porque creo que hay que tratar a los demás como nos gusta que nos traten a nosotros. Buen aterrizaje y conversación con una de las madres de las criaturas. Me pide perdón por las molestias recibidas por sus hijos. Me río. Y le cuento lo que me había pasado. Perpleja se queda. Y me dice, y con razón, si alguien te quiere regalar un pantalón te lo compra y te lo da, y punto. Como el billete de Iberia, pues no. Un billete de Iberia no se puede regalar a una persona. No y punto y si se hace, tienes que pagar una pequeña tasa, 55 euros, entre gastos de tarjeta y multa. Y salgo del avión y el piloto y la sobrecargo me dan las gracias por volar con ellos. Y yo respondo hasta la próxima…

 

Óscar I. Aparicio Ahedo, DNI 09780067F (Roma).

P.D. Acabo de mandar mi reclamación, vía internet, a Iberia, después de escribir lo que tenía que decir, me dicen su tiempo ha caducado y mi paciencia también añado yo… ¡Qué mundo queremos dejar a los que nos siguen… creo que este va por mal camino…!  

 

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