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Desde mi escaño

María Isabel Mora, la mamarracha senadora de Podemos

Una mamarracha y una maleducada. Esa es la tarjeta de presentación de María Isabel Mora, a la sazón nueva senadora de Podemos por Andalucía y que ha demostrado que no solamente el cargo le viene grande, sino que pensaba que la Cámara Alta era otra suerte de círculo podemita donde los congregantes se dedican a pasar la tarde tomando litronas y fumando porros. Claro, se va con ideales neohippies por la vida y luego pasa lo que pasa, que se hace el más absoluto ridículo institucional, aunque a estos sujetos de la formación morada eso se la pele.

Lo cierto que la señora Mora, en su jura como senadora, demostró un sonrojante desconocimiento del protocolo y de la propia educación. Para empezar, juró su acta en nombre de todos los andaluces y de la humanidad en general. A esta tipa sólo le faltó decir que juraba su cargo por Snoopy, por los marcianos y por la mochila de Pocholo. Pero lo mejor fue cuando, una vez soltada su verborreíca perorata, se giró hacia las escaleras que conducían hacia su escaño dejando con la palabra en la boca al presidente del Senado, Pío García-Escudero.

El problema es que a estos invertebrados les sacas de su hábitat natural, la taberna y el parque donde hacen su botellón, y están más perdidos que un mono en un garaje. No se adaptan (ni parece que quieran esforzarse por adaptarse) a su nuevo estatus y creen que el Senado es el local municipal donde se reúne la cuchipandi para montar su juerga o para redactar las soflamas comunistas en contra del mismo sistema del que ellos son partícipes desde el mismo momento en que toman parte de unas elecciones y son elegidos democráticamente por los votantes.

 La señora Mora, con su arrancada de yegua percherona y desbocada, nos va a dar grandes alegrías a lo largo de sus cuatro años de legislatura. Esta acaba adelantando por la derecha y por la izquierda a otra insigne andaluza, la exministra de Fomento Magdalena Álvarez, esa que para explicar el caos organizativo en el aeropuerto de Barajas concluyó que todo se debía a que la instalación era muy grande. Todo muy técnico y muy preciso, igual que la educación de mamarracha de la señora Mora.

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